¿Cuáles fueron las principales ideas de Wittgenstein?

Wittgenstein: Genio, Lenguaje y Realidad

07/06/2008

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Ludwig Wittgenstein, un coloso del pensamiento del siglo XX, es una figura cuya obra y vida han dejado una huella indeleble en la filosofía contemporánea. Este genio austro-británico, que solo publicó un libro en vida, el célebre Tractatus Logico-Philosophicus, desafió y redefinió nuestra comprensión del lenguaje, la lógica y la propia naturaleza de la filosofía. Su influencia se extendió a campos tan diversos como la ética, las matemáticas y la filosofía de la mente, marcando un antes y un después en la forma en que abordamos los problemas más profundos de la existencia.

¿Cuáles son los principales argumentos de Wittgenstein?
Este punto de vista o actitud se puede ver en los cuatro temas principales que recorren los escritos de Wittgenstein sobre ética y religión: la bondad, el valor o el significado no se encuentran en el mundo; vivir de la manera correcta implica aceptar o estar de acuerdo con el mundo, o la vida, o la voluntad de Dios, o el destino; quien vive esto...

A lo largo de su carrera, Wittgenstein demostró una inusual capacidad para la autocrítica, llegando incluso a refutar algunas de sus propias teorías más notables en obras posteriores, como las Investigaciones Filosóficas, publicadas póstumamente. Esta constante búsqueda de la claridad y su disposición a admitir errores demuestran su profunda sed de conocimiento y su compromiso inquebrantable con la verdad. Su trabajo no solo amplió los temas que la filosofía podía abordar, sino que también transformó la percepción de su propósito, llevándola de la búsqueda de verdades ocultas a la clarificación de los malentendidos lingüísticos que subyacen a muchos de nuestros dilemas intelectuales.

Índice de Contenido

La Vida de un Genio Enigmático

Nacido el 26 de abril de 1889 en Viena, Austria, Ludwig Josef Johann Wittgenstein fue una figura carismática y enigmática. Proveniente de una familia adinerada y culturalmente influyente, el hogar de los Wittgenstein era un punto de encuentro para artistas y músicos, incluyendo a Johannes Brahms. A pesar de su entorno privilegiado, la vida de Ludwig estuvo marcada por la tragedia, con el suicidio de tres de sus cuatro hermanos.

Su formación inicial en ingeniería mecánica lo llevó a interesarse por las matemáticas y, finalmente, por las cuestiones filosóficas fundamentales. Esta búsqueda intelectual lo condujo a Cambridge, donde estudió con Bertrand Russell y G.E. Moore, quienes quedaron profundamente impresionados por su intelecto. Tras heredar una fortuna en 1913, la donó rápidamente y se alistó en el ejército austriaco durante la Primera Guerra Mundial, donde continuó su trabajo filosófico y demostró un coraje notable.

Después de la guerra, con el Tractatus ya publicado, Wittgenstein, creyendo haber resuelto todos los problemas de la filosofía, se dedicó a la enseñanza primaria en zonas rurales de Austria. Sin embargo, en 1929, reconociendo que aún tenía trabajo por hacer, regresó a Cambridge. Fue profesor de filosofía y, durante la Segunda Guerra Mundial, contribuyó como camillero y técnico de investigación. Dedicó sus últimos años a la escritura, produciendo material que se convertiría en las influyentes Investigaciones Filosóficas y Sobre la Certeza. Murió en 1951, dejando un legado filosófico que continúa siendo objeto de estudio y debate.

El Tractatus Logico-Philosophicus: El Lenguaje como Imagen

El Tractatus Logico-Philosophicus, la única obra filosófica que Wittgenstein publicó en vida, es un texto denso y aforismático que pretendía, según su autor, resolver todos los problemas importantes de la filosofía. La idea central de esta obra es la teoría pictórica del lenguaje, que postula que las proposiciones son significativas en la medida en que “pintan” o representan estados de cosas o hechos empíricos de la realidad. Para Wittgenstein, el lenguaje nos permite construir modelos lógicos de la realidad.

Una de las afirmaciones más impactantes del Tractatus es que sus propias proposiciones son, en última instancia, sin sentido. La famosa proposición final, «De lo que no se puede hablar, hay que guardar silencio», resume una de las tesis más controvertidas del libro: que la filosofía no es un cuerpo de doctrinas, sino una actividad de clarificación lógica. Los problemas filosóficos surgen, según Wittgenstein, de malentendidos en la lógica de nuestro lenguaje. Si las proposiciones del Tractatus nos ayudan a ver esto, entonces, una vez que hemos ascendido por ellas, debemos desecharlas, como una escalera después de haberla usado para subir.

La intención ética del Tractatus, a menudo pasada por alto, reside en su intento de mostrar que el valor, el sentido de la vida y las cuestiones éticas no pueden ser expresados en el lenguaje de los hechos. Lo que es verdaderamente importante, lo místico, se muestra pero no se puede decir. Esta obra fue fundamental para el positivismo lógico, que buscaba eliminar la metafísica de la filosofía al considerarla carente de sentido.

Ética y Religión: Más Allá de los Límites del Lenguaje

Wittgenstein mantuvo un interés constante en la religión y la ética a lo largo de su vida, afirmando ver cada problema desde un punto de vista religioso, aunque nunca se adhirió a una religión formal. Sus reflexiones sobre estos temas sugieren una perspectiva particular, a menudo entrelazando la ética con la religión.

Cuatro temas principales atraviesan sus escritos sobre ética y religión: primero, la bondad, el valor o el significado no se encuentran en el mundo de los hechos; segundo, vivir correctamente implica una aceptación o acuerdo con el mundo, la vida o la voluntad divina; tercero, quien vive de esta manera verá el mundo como un milagro; y cuarto, no hay una respuesta definitiva al problema de la vida, sino que la solución es la desaparición del problema mismo. Su actitud de "aceptar y soportar" y su creencia en "ir por el camino difícil" son patentes en toda su obra.

Wittgenstein sostenía que la tendencia de quienes intentaron escribir o hablar sobre ética o religión fue la de "chocar contra los límites del lenguaje", es decir, hablar sin sentido. Esto ha llevado a la interpretación de que creía en verdades místicas inexpresables pero de suma importancia. Sin embargo, también se puede interpretar que, para él, no hay nada que decir realmente sobre la ética en términos de proposiciones fácticas o teorías. Las "reglas de vida se visten con imágenes", y estas imágenes solo describen lo que debemos hacer, no lo justifican.

En cuanto a la religión, Wittgenstein se oponía a las interpretaciones que enfatizaban la doctrina o los argumentos filosóficos para probar la existencia de Dios. Se sentía atraído por los rituales y símbolos religiosos, viéndolos como "grandes gestos" que expresan una actitud, no como declaraciones literales que pudieran ser verdaderas o falsas en un sentido empírico. Esta visión, aunque controvertida para muchos creyentes, sugiere que la esencia de la experiencia religiosa reside en la práctica y la forma de vida, no en la afirmación de hechos metafísicos.

La Concepción de la Filosofía: Clarificación, No Teoría

La visión de Wittgenstein sobre lo que es o debería ser la filosofía se mantuvo notablemente consistente a lo largo de su vida. Tanto en el Tractatus como en las Investigaciones Filosóficas, insistió en que la filosofía no es una ciencia natural ni se ocupa de descubrir hechos. Su objetivo es la "clarificación lógica del pensamiento", disolver la confusión y los enredos lingüísticos.

Para Wittgenstein, la tarea del filósofo es presentar la lógica de nuestro lenguaje con claridad. Esto no resuelve problemas importantes, sino que muestra que muchas de las cuestiones que consideramos problemas profundos no lo son en absoluto. La ganancia no es la sabiduría en el sentido de nuevas verdades, sino la ausencia de confusión. La filosofía, entonces, es una actividad terapéutica que “muestra la mosca cómo salir de la botella mosquera”.

Las confusiones filosóficas surgen a menudo de malentendidos en el uso de las palabras, especialmente cuando las analogías entre diferentes regiones del lenguaje nos llevan a pensar erróneamente. Por ejemplo, la similitud entre "lo guardaré en mi mente" y "lo guardaré en esta caja" puede llevarnos a concebir la mente como una especie de contenedor. La solución a estos misterios, según Wittgenstein, es recordar los diferentes usos que hacemos de palabras como "mente", "memoria" o "pensamiento" en una variedad de contextos, es decir, observar nuestros juegos de lenguaje.

El Significado es el Uso: Una Revolución Semántica

En sus Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein propuso una de sus ideas más influyentes: que el significado de una palabra es su uso en el lenguaje. Esta no es una teoría general que aplica a todos los casos, sino una "regla práctica" que nos advierte contra visiones rivales, como la idea de que el significado es un objeto al que la palabra se refiere (lo cual es absurdo, ya que el significado no podría ser robado o destruido) o un sentimiento psicológico (lo que haría imposible la comunicación).

Saber el significado de una palabra implica conocer cómo se usa en la práctica: a qué objetos se refiere (si los hay), si es jerga, qué parte de la oración es, y si conlleva connotaciones. En general, conocer el uso es conocer el significado. Las preguntas filosóficas sobre la conciencia, por ejemplo, deben abordarse examinando los diversos usos que hacemos de la palabra "conciencia", no mediante investigaciones científicas sobre el cerebro. El significado de cualquier palabra es una cuestión de lo que hacemos con nuestro lenguaje, no algo oculto en la mente o el cerebro de nadie.

Esta concepción del significado está intrínsecamente ligada a las "formas de vida" humanas. Lo que nos importa depende de cómo vivimos, y esto moldea nuestra experiencia y, por ende, el lenguaje que usamos. Si un león pudiera hablar, dice Wittgenstein, no podríamos entenderlo, porque no compartiríamos su forma de vida, sus intereses, su ética o su humor. La comprensión de otro ser implica empatía, que a su vez requiere una similitud en las formas de vida. Las palabras, los gestos y las expresiones cobran vida solo dentro de un juego de lenguaje, una cultura, una forma de vida compartida.

¿Cuál es la diferencia entre una metáfora y una metonimia?
Lo que diferencia esencialmente a la metonimia de la metáfora es que, en la metonimia esa traslación se produce dentro del mismo campo semántico (causa-efecto, obra-autor, etc.), mientras que en la metáfora se produce entre términos cuyos conceptos pertenecen a campos distintos: río-vida; mar-muerte; dientes-perlas, ...

Reglas y el Argumento del Lenguaje Privado

La idea de que el significado es el uso lleva a Wittgenstein a explorar la naturaleza de las reglas y la posibilidad de un lenguaje privado. Para que la comunicación sea posible, debe haber un acuerdo en nuestras actitudes y respuestas a las cosas que nos rodean. La regularidad en el uso de conceptos y el acuerdo en su aplicación son parte integral del lenguaje, no una condición lógica previa. No podemos separar la vida en la que existe tal acuerdo de nuestros conceptos.

Wittgenstein plantea la cuestión de si una sola persona podría tener un lenguaje propio. Argumenta que un lenguaje implica reglas que establecen ciertas prácticas lingüísticas, y las reglas requieren acuerdo. Si un individuo solitario de por vida pudiera seguir una regla, ¿con quién podría acordar la corrección de su uso? La famosa discusión sobre el lenguaje privado se centra en la idea de un lenguaje que se refiere a sensaciones privadas y que, por definición, no puede ser entendido por nadie más que su usuario.

Para ilustrarlo, Wittgenstein invita a imaginar a un hombre que decide escribir 'S' en su diario cada vez que tiene una cierta sensación. Si esta sensación no tiene una expresión natural y 'S' no puede definirse con palabras, el único criterio de corrección es si la sensación le parece la misma al inventor de 'S'. Pero si no hay criterios externos para que sea la misma, más allá de que le "parezca" la misma, entonces el uso de 'S' carece de sentido; el hombre podría estar garabateando. El punto no es negar la existencia de sensaciones, sino mostrar que ciertas cosas que podríamos querer decir sobre el lenguaje de las sensaciones son inherentemente incoherentes si se conciben como objetos privados a los que se refiere una palabra.

El influyente trabajo de Saul A. Kripke, Wittgenstein on Rules and Private Language, interpreta a Wittgenstein sosteniendo que lo que cuenta como seguir una regla correctamente no está determinado por la regla misma, sino por lo que la comunidad lingüística relevante acepta como seguir la regla. Esto significa que las condiciones de verdad son reemplazadas por las condiciones de asertabilidad. Aunque Kripke mismo reconoce que su interpretación es su "argumento de Wittgenstein tal como le impactó", la discusión que generó es fundamental para comprender la naturaleza social y pública del significado para Wittgenstein.

Realismo y Antirrealismo: Un Posicionamiento Ambiguo

La posición de Wittgenstein en el debate filosófico entre realismo y antirrealismo es compleja y a menudo malinterpretada. Su énfasis en el lenguaje, el comportamiento humano y las prácticas lo convierte en un candidato obvio para el antirrealismo a los ojos de muchos, llegando a ser acusado de idealismo lingüístico, la idea de que el lenguaje es la realidad última. Esta perspectiva ha sido popular en la filosofía de la ciencia y la teología.

Sin embargo, también existe una escuela de realismo wittgensteiniano. Pero es crucial recordar que Wittgenstein rechazaba explícitamente la defensa de teorías en filosofía. Tanto el realismo como el antirrealismo son teorías. Si el realismo metafísico es incoherente, también lo es su opuesto. Wittgenstein no se preocupaba por lo que podemos o no podemos hacer, sino por lo que tiene sentido. Para él, una afirmación sin sentido no se refuta con su negación; simplemente carece de sentido. Por lo tanto, muchos de sus seguidores argumentan que no era ni realista ni antirrealista en lo que respecta a la metafísica, sino que estaba interesado en disolver las confusiones que subyacen a estas posturas teóricas.

La Certeza: El Lecho del Río del Conocimiento

Los últimos escritos de Wittgenstein, recogidos en Sobre la Certeza, abordan la naturaleza de la certeza en respuesta al ataque de G.E. Moore al escepticismo sobre el mundo externo. Moore intentó refutar el escepticismo simplemente levantando sus manos y diciendo "Aquí hay una mano", argumentando que tal conocimiento de sentido común no podía ser socavado.

Wittgenstein no defendió el escepticismo, pero cuestionó la pretensión de Moore de "saber" que tenía dos manos. Para él, este tipo de 'conocimiento' no es algo que se aprenda, se descubra o se pruebe. Es más bien un trasfondo, una base inquebrantable sobre la cual se asienta nuestro conocimiento de otras cosas. Wittgenstein comparó este trasfondo con el lecho de un río, que proporciona el soporte y el contexto en el que las afirmaciones de conocimiento tienen sentido. El lecho mismo no es algo que podamos conocer o dudar en circunstancias normales. La duda radical, como la de Descartes sobre la existencia de su propio cuerpo, no es una duda genuina desde la perspectiva de Wittgenstein, y por lo tanto, no puede ser disipada por una prueba.

Continuidad y Discontinuidad en su Obra

Aunque comúnmente se considera que el pensamiento de Wittgenstein experimentó un cambio considerable a lo largo de su carrera, las diferencias entre su obra temprana (el Tractatus) y su obra tardía (las Investigaciones Filosóficas) a menudo se exageran. Es cierto que hay cambios notables: el Tractatus se preocupa por la forma general de la proposición, mientras que la obra posterior critica la "ansia de generalidad" y no trata ningún problema como central. También hay una clara diferencia de estilo, con el Tractatus siendo una serie de proposiciones concisas y las Investigaciones siendo más extensas y aparentemente menos estructuradas.

Sin embargo, la continuidad subyacente es significativa. El propio Tractatus afirma que sus proposiciones carecen de sentido, lo que implica una especie de autocrítica interna. El hecho de que la obra posterior también critique el Tractatus no es, por lo tanto, prueba de una discontinuidad radical, sino quizás de una evolución en el método y el estilo. Ambas obras abordan problemas similares, pero lo hacen de maneras diferentes: el Tractatus busca una clarificación a través de la lógica formal, mientras que las Investigaciones lo hacen a través de la descripción detallada de los usos del lenguaje en la vida cotidiana. La preocupación central de disolver las confusiones filosóficas mediante el análisis del lenguaje persiste en ambas fases de su pensamiento.

Tabla Comparativa: Tractatus vs. Investigaciones Filosóficas

CaracterísticaTractatus Logico-Philosophicus (Obra Temprana)Investigaciones Filosóficas (Obra Tardía)
Concepción del LenguajeTeoría pictórica: las proposiciones "pintan" la realidad.El significado es el uso en los "juegos de lenguaje".
Propósito de la FilosofíaClarificación lógica para disolver problemas metafísicos.Clarificación de malentendidos lingüísticos a través de la descripción.
Naturaleza de los Problemas FilosóficosSurgen de la incomprensión de la lógica del lenguaje; son "sin sentido".Surgen del mal uso o la interpretación errónea de las reglas gramaticales.
EstiloAforismático, proposiciones numeradas, conciso y técnico.Extenso, más conversacional, ejemplos concretos, menos sistemático.
ÉnfasisLa forma lógica general de la proposición y la realidad.La diversidad de los "juegos de lenguaje" y las "formas de vida".
MetafísicaIntenta mostrar que las proposiciones metafísicas son sin sentido.Disuelve las confusiones que dan lugar a las preguntas metafísicas.
AutocríticaLas propias proposiciones del Tractatus son, en última instancia, sin sentido.Critica las ideas presentadas en el Tractatus.

Preguntas Frecuentes sobre Wittgenstein

¿Cuál es la idea principal del Tractatus Logico-Philosophicus?

La idea principal es la teoría pictórica del lenguaje, que sostiene que las proposiciones son imágenes lógicas de la realidad. Además, el Tractatus argumenta que los problemas filosóficos surgen de la incomprensión de la lógica de nuestro lenguaje, y que la filosofía debe dedicarse a la clarificación lógica, no a la formulación de teorías.

¿Qué significa la frase "el significado es el uso"?

Esta frase, central en las Investigaciones Filosóficas de Wittgenstein, significa que el significado de una palabra no es un objeto al que se refiere ni una sensación mental, sino la forma en que esa palabra se emplea en las prácticas lingüísticas de una comunidad. Entender una palabra es saber cómo usarla en los diversos contextos de los "juegos de lenguaje".

¿Qué son los "juegos de lenguaje"?

Los "juegos de lenguaje" son las diversas actividades y contextos en los que el lenguaje se utiliza. Wittgenstein los concibe como formas de vida, donde el significado de las palabras está inextricablemente ligado a las prácticas y reglas sociales. No hay un significado universal o esencial para todas las palabras; su sentido emerge de su uso en situaciones específicas.

¿Creía Wittgenstein en un "lenguaje privado"?

No, Wittgenstein argumentó en contra de la posibilidad de un lenguaje privado, es decir, un lenguaje que se refiera solo a sensaciones internas y que solo su usuario pueda entender. Demostró que para que una palabra tenga significado y se siga una regla, deben existir criterios públicos y compartidos de corrección. Sin una comunidad lingüística que valide el uso, una supuesta "palabra" privada carecería de sentido.

¿Cómo concibió Wittgenstein el papel de la filosofía?

Wittgenstein vio la filosofía no como una disciplina que descubre hechos o construye teorías, sino como una actividad terapéutica de clarificación. Su propósito es disolver los rompecabezas y confusiones que surgen de los malentendidos de nuestro lenguaje. La filosofía, para él, no ofrece respuestas definitivas, sino que muestra al intelecto cómo salir de los enredos lingüísticos.

La obra de Ludwig Wittgenstein, aunque a menudo desafiante por su complejidad y su estilo único, sigue siendo una fuente inagotable de perspicacia para aquellos que buscan comprender la intrincada relación entre el lenguaje, el pensamiento y la realidad. Su legado nos invita a mirar con nuevos ojos las trampas que el lenguaje nos tiende y a encontrar la claridad no en la elaboración de nuevas teorías, sino en la atenta observación de cómo vivimos y hablamos.

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