23/03/2018
En el vasto y complejo universo de la poesía, donde las palabras a menudo danzan entre el velo de lo implícito y la revelación de lo profundo, existe una modalidad que se distingue por su inquebrantable apego a la realidad: la poesía literal. A diferencia de las composiciones que se visten de metáforas, alegorías y un sinfín de figuras retóricas para evocar emociones o ideas, los poemas en sentido literal eligen un camino de transparencia, donde cada palabra significa precisamente lo que nombra, sin adornos ni dobles sentidos.

Imagínese un verso que dice: «En mi jardín creció una rosa». En la poesía literal, esta frase no oculta un amor florecido, una esperanza naciente o un secreto revelado; simplemente, nos informa que una hermosa flor, una rosa, ha brotado en el jardín del autor. Esta claridad, lejos de restarle valor, le otorga una fuerza particular, una conexión directa con la realidad que muchos lectores encuentran refrescante y profundamente resonante. Comprender esta distinción es clave para apreciar la riqueza y diversidad del arte poético.
- ¿Qué es la Poesía Literal?
- La Diferencia Crucial: Literal vs. Figurado
- ¿Por Qué la Poesía Literal es Menos Común?
- Ejemplos Emblemáticos de Poesía Literal
- “XLII”, de Antonio Machado
- “Canción de invierno”, de Juan Ramón Jiménez
- “Oh sí”, de Charles Bukowski
- Fragmento de “El jinete de bronce”, de Alexander Pushkin
- Fragmento de “La felicidad de la vida en el campo”, de Francisco Agustín de Cisneros
- “Al menos”, de Raymond Carver
- “Aquí”, de Octavio Paz
- “El barquito de papel”, de Amado Nervo
- “XVIII”, de Joaquín María Bartrina
- Fragmento “La barraca”, anónimo
- Desentrañando el Lenguaje Poético: Casos Prácticos
- Preguntas Frecuentes (FAQ)
- Conclusión
¿Qué es la Poesía Literal?
La poesía literal se define por la exactitud y la claridad de su lenguaje. En este tipo de composición, las palabras se utilizan con su significado convencional, es decir, aquel que encontraríamos en el diccionario. No hay lugar para interpretaciones ambiguas o significados ocultos; el mensaje es directo y explícito. Esta característica la diferencia radicalmente de la mayoría de la poesía, que tiende a emplear el lenguaje de manera figurada, dotando a las palabras de un sentido metafórico o simbólico que va más allá de su definición ordinaria.
Los enunciados en sentido literal no exigen al lector una labor de decodificación compleja. Si un poema describe el color de un cielo o el sonido de la lluvia, estas descripciones se refieren precisamente a esos fenómenos, sin pretender aludir a estados de ánimo o verdades trascendentales. Esto facilita su comprensión, haciendo que el contenido sea accesible de manera inmediata. Es una poesía que, a menudo, busca la observación precisa, la narración sencilla de un evento, o la expresión directa de un sentimiento o pensamiento sin recurrir a velos poéticos.
Aunque pueda parecer menos común en el panorama poético contemporáneo, la poesía literal tiene una presencia importante y valorable. Permite al poeta comunicar de forma inequívoca, estableciendo un puente directo entre su experiencia o pensamiento y la mente del lector. Es una forma de arte que celebra la sencillez y la potencia de la palabra en su estado más puro.
La Diferencia Crucial: Literal vs. Figurado
Para entender verdaderamente la poesía literal, es fundamental contrastarla con su contraparte más extendida: el lenguaje figurado. Mientras que el lenguaje literal se aferra al significado denotativo de las palabras (su significado de diccionario), el lenguaje figurado explora el significado connotativo, es decir, las asociaciones, emociones o ideas que una palabra puede evocar más allá de su definición básica.
La mayoría de los poemas que leemos incluyen figuras retóricas, como la metáfora, el símil, la personificación o la hipérbole. Estos recursos literarios modifican el significado ordinario de las palabras, creando imágenes vívidas, comparaciones sorprendentes o exageraciones emotivas. Por ejemplo, decir "tus ojos son dos luceros" no significa que los ojos sean estrellas, sino que brillan con una intensidad comparable a la de estas. Esto exige al lector una interpretación activa, un ejercicio de deducción para captar el sentido que el autor quiso impregnar en sus versos.
En cambio, la poesía literal renuncia a esta complejidad interpretativa. Su belleza reside en la honestidad y la inmediatez. No busca "decir sin decir", sino más bien "decir lo que es". Esta tabla comparativa ilustra mejor las diferencias:
| Característica | Lenguaje Literal | Lenguaje Figurado |
|---|---|---|
| Significado | Directo, explícito, según diccionario. | Metafórico, simbólico, indirecto. |
| Interpretación | Sencilla, unívoca, sin ambigüedades. | Requiere deducción, interpretación personal. |
| Uso Poético | Menos común, busca claridad y concreción. | Predominante, busca riqueza estética y evocación. |
| Ejemplo | "El sol calienta la Tierra." | "El sol es un ojo de fuego." |
| Propósito | Comunicar hechos o sensaciones de forma precisa. | Evocar emociones, crear imágenes, trascender lo obvio. |
¿Por Qué la Poesía Literal es Menos Común?
La prevalencia del lenguaje figurado en la poesía se debe a su capacidad para enriquecer el texto, añadir capas de significado y provocar una experiencia más profunda y multisensorial en el lector. Las figuras retóricas permiten al poeta jugar con la ambigüedad, explorar la subjetividad y expresar lo inefable de maneras que el lenguaje literal no podría. La belleza poética a menudo se asocia con la habilidad de transformar lo ordinario en extraordinario a través de la imaginación lingüística.
Sin embargo, esto no demerita el valor de la poesía literal. Su menor frecuencia no implica una falta de mérito, sino una elección estilística consciente. Un poeta puede optar por el lenguaje literal para lograr un efecto de autenticidad, de realismo crudo, o para enfatizar la verdad desnuda de una situación o un sentimiento. En ocasiones, la sencillez y la directez pueden tener un impacto emocional tan fuerte, o incluso más, que las elaboradas construcciones figuradas. Permite que la emoción o el evento hablen por sí mismos, sin intermediarios interpretativos.
Ejemplos Emblemáticos de Poesía Literal
A lo largo de la historia de la literatura, diversos autores han empleado el lenguaje literal, ya sea en poemas completos o en fragmentos, para lograr efectos específicos. Estos ejemplos demuestran la potencia de la palabra cuando se usa sin velos:
“XLII”, de Antonio Machado
¿Dices que nada se pierde?
Si esta copa de cristal
se me rompe, nunca en ella
beberé, nunca jamás.
Este fragmento es un claro ejemplo de poesía literal. Machado plantea una pregunta directa y responde con una afirmación sencilla y contundente. La rotura de la copa es un hecho físico e irreversible, y la imposibilidad de beber en ella es una consecuencia lógica y literal. No hay metáfora en la copa o en el acto de beber; todo es explícito y directo.
“Canción de invierno”, de Juan Ramón Jiménez
Cantan. Cantan.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?
Ha llovido. Aún las ramas
están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan
los pájaros. ¿En dónde cantan los pájaros que cantan?
No tengo pájaros en jaulas.
No hay niños que los vendan. Cantan.
El valle está muy lejos. Nada…
Yo no sé dónde cantan
los pájaros —cantan, cantan—
los pájaros que cantan.
Este poema es una observación pura y reiterativa. El poeta se pregunta literalmente dónde cantan los pájaros, descartando posibilidades concretas (jaulas, niños que vendan). La descripción del clima y las ramas sin hojas es un hecho. La belleza radica en la insistencia de la pregunta y la honestidad de la ignorancia, todo expresado de forma literal.
“Oh sí”, de Charles Bukowski
Hay cosas peores que
estar solo
pero a menudo toma décadas
darse cuenta de ello
y más a menudo
cuando esto ocurre
es demasiado tarde
y no hay nada peor
que
un demasiado tarde
Bukowski es un maestro de la prosa y poesía directa. Este poema es una reflexión cruda y sin adornos sobre la soledad y el arrepentimiento. Las afirmaciones son francas y no ocultan un doble sentido; la "demasiado tarde" es un tiempo literal en el que las oportunidades se han desvanecido. Su fuerza reside en la verdad descarnada de sus palabras.
Fragmento de “El jinete de bronce”, de Alexander Pushkin
Así pues, al volver a casa Eugenio
tras quitarse el abrigo, se acostó,
pero tardó muchísimo en dormirse,
sacudido por varias reflexiones.
¿En qué andaba pensando? En que era pobre,
que había de trabajar si pretendía
llegar a una honorable independencia;
en que no podía Dios haberle dado
más talento y dinero —que hay holgazanes
que son felices sin talento alguno
y cuya vida les resulta fácil—
que él lleva ya dos años de servicio…
También piensa que el tiempo no mejora,
que el río va subiendo, que los puentes
van a cortarlos y que un par de días
estará sin poder ver a Parasha…
Este fragmento narrativo, aunque parte de un poema épico, es un ejemplo de literalidad descriptiva. Relata las acciones de Eugenio y sus pensamientos de manera directa: su pobreza, su necesidad de trabajar, sus frustraciones y sus preocupaciones sobre el clima y su amada. No hay simbolismo oculto en sus reflexiones; son preocupaciones cotidianas y tangibles.
Fragmento de “La felicidad de la vida en el campo”, de Francisco Agustín de Cisneros
Otro, cuando suspende
Su atención en la margen festonada
Del arroyuelo manso
Que desciende a regar una cañada,
Formando aquí un islote, allá un remanso,
Y lavando en sus aguas cristalinas
El musgo, el césped, y menudas chinas.
Otro placer le causa bien distinto
Un cultivado huerto, en que florecen
la delicada rosa y el jacinto,
y los jazmines entre murtas crecen,
mezclándose con salvias y alhelíes,
blancos lirios, claveles carmesíes.
Aquí, la poesía literal se manifiesta en la descripción detallada y precisa del paisaje. El arroyuelo, el islote, el remanso, el musgo, el césped, las chinas, las rosas, jacintos, jazmines, salvias, alhelíes, lirios y claveles son nombrados y descritos tal cual son. El placer que causan es la consecuencia directa de su existencia y observación, sin que las flores o el agua simbolicen algo más allá de su propia belleza natural.
“Al menos”, de Raymond Carver
Quiero levantarme temprano una vez más,
antes de que salga el sol. Antes que los pájaros, incluso.
Quiero echarme agua fría a la cara
y sentarme a mi mesa de trabajo
cuando el cielo empieza a iluminarse y aparece
el humo en las chimeneas
de las casas vecinas.
Quiero ver cómo rompen las olas entre las rocas, no solo
oírlas como por la noche mientras duermo.
Quiero ver de nuevo los barcos
que llegan de cualquier parte del mundo
y cruzan el estrecho,
los cargueros viejos y sucios que apenas se mueven,
y los nuevos buques de carga
pintados de todos los colores bajo el sol
tan rápidos que cortan el agua a su paso.
No quiero perderlos de vista,
ni tampoco la pequeña barca que avanza
entre ellos
o la estación de pilotos al lado del faro.
Quiero ver cómo bajan a un hombre del barco
y suben a otro a bordo.
Quiero pasarme el día viendo estas cosas
y sacar mis propias conclusiones.
Detesto parecer egoísta —tengo muchos
motivos para estar agradecido—
pero quiero levantarme temprano una vez más, al menos.
Acercarme a mi sitio con un café y esperar.
Solo esperar a ver qué ocurre.
Este poema es una lista de deseos y observaciones cotidianas expresadas con una franqueza impactante. El poeta quiere realizar acciones específicas (levantarse temprano, echarse agua, ver barcos) y observar fenómenos concretos (olas, humo, barcos de carga). No hay simbolismo en el café o en la espera; la fuerza del poema reside en la anhelada simplicidad de la existencia y la conexión directa con el mundo físico.

“Aquí”, de Octavio Paz
Mis pasos en esta calle
Resuenan
En otra calle
Donde
Oigo mis pasos
Pasar en esta calle
Donde
Solo es real la niebla.
Aunque con un toque existencial, este poema se puede interpretar de forma literal en su descripción de un fenómeno acústico y visual. Los pasos que resuenan y la niebla que es real son elementos concretos del entorno. La repetición crea un efecto de ecos y confusión que puede ser interpretado como una experiencia sensorial directa, sin recurrir a significados figurados explícitos.
“El barquito de papel”, de Amado Nervo
Con la mitad de un periódico
hice un barco de papel,
en la fuente de mi casa
le hice navegar muy bien.
Mi hermana con su abanico
sopla, y sopla sobre él.
¡Buen viaje, muy buen viaje,
barquichuelo de papel!
Este poema infantil es un excelente ejemplo de literalidad. Describe paso a paso la creación y el juego con un barco de papel. Cada acción y objeto es nombrado de forma directa y explícita. La emoción que transmite proviene de la evocación de un momento simple y feliz, no de un simbolismo oculto.
“XVIII”, de Joaquín María Bartrina
Esta moneda y esa espada, creo
que son lo más notable del museo;
ambas antigüedades
son restos de las bárbaras edades.
Su origen el catálogo ya aclara:
lástima que decir también no pueda
cuál de las dos más crímenes causara,
la espada o la moneda.
Bartrina utiliza un lenguaje directo para describir dos objetos en un museo y plantear una reflexión. La moneda y la espada son literalmente objetos antiguos. La pregunta sobre cuál causó más crímenes es una interrogante directa sobre su impacto histórico, sin que la espada o la moneda sean metáforas de conceptos más amplios que su función inherente.
Fragmento “La barraca”, anónimo
La tengo ebajo de una higuera,
junto á la cieca é Meana,
le cantan de día los pájaros
y por la noche las ranas;
es fresca si hace calor,
y en invierno es una manta;
y ni er palacio del Rey
vale más que mi barraca.
Este poema es mayormente literal en su descripción de una barraca humilde: su ubicación, los sonidos de los animales, y su frescura en verano. Sin embargo, el verso "y en invierno es una manta" es una metáfora que hace referencia a que la casa es calurosa en invierno, demostrando cómo incluso en textos predominantemente literales pueden surgir pinceladas de lenguaje figurado.
Desentrañando el Lenguaje Poético: Casos Prácticos
A menudo, la clave para distinguir entre lenguaje literal y figurado reside en nuestra capacidad de interpretar. Veamos cómo se aplica esto a algunos haikus, que por su brevedad, a veces juegan con ambos sentidos:
“El saúz” de José Juan Tablada
Tierno saúz
casi oro, casi, ámbar
casi luz.
Literalmente, un saúz (sauce) joven podría tener un color que, dependiendo de la luz o la especie, se asemeje al amarillo del oro o al tono resinoso del ámbar, y su follaje podría filtrar la luz de manera que dé la impresión de ser "casi luz". Si lo trasladamos a lenguaje literal puro, podríamos decir: "Los sauces jóvenes, por el color y texturas de sus hojas, parecen tener un color que va del amarillo muy claro, al dorado y el ámbar, y su follaje filtra la luz de manera que da una apariencia luminosa". Sin embargo, las palabras "oro", "ámbar" y "luz" también evocan cualidades más allá del color, como la preciosidad o la vitalidad, lo que nos acerca al lenguaje figurado.
“Sandía” de José Juan Tablada
¡Del verano, roja y fría
carcajada
rebanada
de sandía!
Literalmente, una rebanada de sandía es roja, fría y se come en verano. Su forma semicircular puede, por la imaginación del poeta, asemejarse a una sonrisa. Pero la palabra "carcajada" es claramente una figura retórica (una personificación o metáfora), ya que una sandía no puede reír. La interpretación literal sería: "La sandía es una fruta propia del verano, es muy fresca y roja. Para comerla con facilidad, se corta en rebanadas que, por su forma, parecen una sonrisa". La "carcajada" es la interpretación emotiva del poeta al ver esa forma.
“La luna” de José Juan Tablada
Es mar la noche negra,
la nube es una concha,
la luna es una perla.
Este haikú es un ejemplo de cómo el lenguaje figurado (metáforas directas: A es B) puede confundirse con lo literal si no se analiza cuidadosamente. Literalmente, la noche no es un mar, una nube no es una concha, y la luna no es una perla. Estas son comparaciones poéticas. En lenguaje literal, diríamos: "Al observar el cielo por la noche, parece no tener límites, ser infinito y oscuro. Si está nublado, logran verse nubes blancas que surgen de la oscuridad y son iluminadas por una redonda luna llena de color blanco". El poeta está estableciendo semejanzas imaginarias, no describiendo hechos.
Este ejercicio de traducción entre lenguajes subraya que, si bien la poesía literal busca la exactitud, el lenguaje figurado desafía al lector a deducir el significado y el sentido que el autor otorga a las palabras, un significado que a menudo se aleja de lo convencional. La riqueza de la poesía a menudo reside en esta tensión entre lo dicho y lo sugerido.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
¿Todos los poemas son figurados?
No, como hemos visto, existe la poesía literal. Aunque el lenguaje figurado es predominante y a menudo se asocia con la esencia poética, no es una regla universal. Muchos poemas, o fragmentos de ellos, utilizan un lenguaje directo y explícito.
¿Es la poesía literal menos "artística" o "profunda"?
Absolutamente no. La profundidad y el arte de un poema no residen únicamente en la complejidad de sus figuras retóricas. La poesía literal puede ser profundamente conmovedora, reveladora y artística a través de su capacidad para capturar la realidad desnuda, la emoción cruda o la observación precisa. Su belleza radica en la claridad y la fuerza de lo explícito.
¿Cómo puedo identificar la poesía literal?
Para identificar la poesía literal, pregúntese si las palabras podrían ser interpretadas directamente según su significado de diccionario sin perder el sentido principal. Si no hay comparaciones implícitas, personificaciones o hipérboles que modifiquen el significado básico, es probable que esté leyendo lenguaje literal. Si las imágenes o ideas requieren un salto interpretativo, es más probable que sea figurado.
¿Por qué un poeta elegiría el lenguaje literal?
Un poeta puede elegir el lenguaje literal por varias razones: para lograr un efecto de realismo, para transmitir un mensaje de forma inequívoca, para enfatizar la verdad de una experiencia, para crear un tono conversacional o testimonial, o para que la emoción o el evento hablen por sí mismos sin adornos. A veces, la sencillez es la forma más potente de expresión.
Conclusión
La poesía es un tapiz tejido con hilos de múltiples colores y texturas, y la poesía literal es, sin duda, uno de sus hilos más puros y luminosos. Aunque a menudo eclipsada por la exuberancia del lenguaje figurado, su valor reside en su capacidad para ofrecer una conexión directa y sin filtros con la realidad, la emoción y el pensamiento del autor.
Comprender la diferencia entre el lenguaje literal y el figurado no solo enriquece nuestra apreciación de la poesía, sino que también agudiza nuestra sensibilidad hacia las múltiples formas en que el lenguaje puede ser utilizado para crear arte. Ya sea a través de la sugerencia sutil de una metáfora o la claridad inconfundible de una declaración literal, la poesía nos invita a explorar la riqueza infinita de las palabras y a encontrar la belleza en todas sus manifestaciones.
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