16/04/2021
Jacques Lacan, figura central del psicoanálisis del siglo XX, es célebre por la complejidad y a menudo la naturaleza enigmática de sus postulados. Sus afirmaciones sobre la feminidad, en particular, han generado un vasto campo de debate, interpretaciones y, a veces, controversias. Una de sus frases más citadas y, a la vez, más desconcertantes, es aquella que reza: «Las mujeres no están castradas por las mejores razones, porque ellas el falo no lo tienen». Esta sentencia, aparentemente contradictoria, no solo desafía las nociones psicoanalíticas freudianas tradicionales sobre la castración femenina, sino que abre una puerta a una concepción radicalmente diferente del deseo, el goce y la subjetividad femenina. Para Lacan, la verdadera mujer se ve impelida a renunciar a la dialéctica del tener-no tener, situando su goce en un 'más allá del falo', una dimensión que escapa a la lógica fálica universal.

Para desentrañar el significado de esta afirmación, es crucial adentrarse en la particular concepción lacaniana del falo, un término que, lejos de referirse al órgano biológico masculino, adquiere un estatus de significante primordial en la estructuración del sujeto y su relación con el lenguaje y el Otro. El falo, en Lacan, es el significante de la falta, el símbolo del deseo, y el eje alrededor del cual se organiza el mundo simbólico. No se tiene, se es o no se es en relación a él.
El Falo como Significante Central en la Teoría Lacaniana
En el universo lacaniano, el falo no es el pene. Esta es la primera y más importante distinción a comprender. Si bien el pene es un órgano, el falo es un concepto, un significante privilegiado que representa el poder simbólico, la ley y el deseo. Es la marca de la castración simbólica, la aceptación de la falta y la entrada en el orden del lenguaje y la cultura. Para Lacan, el falo es lo que estructura el inconsciente y la relación del sujeto con el Otro. Es lo que se busca en el deseo, lo que se cree tener o lo que se percibe como faltante. La relación de un sujeto con el falo determina su posición en las fórmulas de la sexuación, es decir, cómo se inscribe en la sexualidad humana, no desde una perspectiva biológica, sino desde una simbólica y psíquica. Es el significante primordial que articula el deseo y la pérdida fundamental que todo sujeto experimenta al entrar en el lenguaje.
La Castración Simbólica y la Posición Femenina
La noción freudiana de la castración, entendida como la amenaza de pérdida del pene en los niños y la constatación de su ausencia en las niñas, es reconfigurada por Lacan. Para él, la castración es siempre simbólica, la pérdida de la omnipotencia imaginaria, la aceptación de que el Otro (el gran Otro del lenguaje y la cultura) también es un Otro barrado, un Otro que tiene una falta. En este sentido, todos los sujetos, hombres y mujeres, están castrados simbólicamente al someterse a la Ley del Padre y al lenguaje. Sin embargo, la frase de Lacan sugiere una diferencia fundamental en la relación de las mujeres con esta castración. Si “ellas el falo no lo tienen”, ¿cómo podrían ser castradas de algo que no poseen? La paradoja reside en que su relación con la falta no se articula a través de la amenaza de perder el falo, sino a través de su no-tenerlo en el mismo sentido que el hombre. Esto no implica que las mujeres sean completas o no tengan falta; al contrario, su falta es de otra índole, o su relación con la falta es estructuralmente diferente. La mujer es el agujero en el saber, el lugar donde la simbolización se topa con un límite, donde el significante fálico no lo abarca todo. Es precisamente esta posición de no-tener lo que, paradójicamente, las libera de la lógica del ‘todo’ fálico, abriéndolas a otra dimensión del goce.
El Goce Fálico y el Elusivo Goce Femenino (El Otro Goce)
Aquí reside una de las contribuciones más audaces y debatidas de Lacan: la distinción entre el goce fálico y un goce específico de la mujer, que él denomina el «Otro Goce» o el goce «más allá del falo». El goce fálico es aquel que se articula en el lenguaje, que está ligado a la función del falo, a la satisfacción del deseo y a la lógica del placer. Es un goce que puede ser medido, cuantificado, y que, en última instancia, es el mismo para hombres y mujeres en la medida en que ambos están inscritos en el orden simbólico y buscan la satisfacción a través del falo. Sin embargo, Lacan postula que las mujeres, además de este goce fálico, tienen acceso a un goce suplementario, un goce que no es «todo» fálico, que excede los límites de la significación y la representación. Este «Otro Goce» es inefable, inarticulable, y se sitúa más allá de lo que el lenguaje puede aprehender. Es un goce místico, enigmático, que no puede ser totalmente simbolizado ni comprendido por la lógica fálica. Es lo que hace que «La mujer no exista» como una categoría universal y homogénea, porque cada mujer tiene una relación particular con este goce que no es «todo» fálico. Es la apertura a lo ilimitado, a lo que no puede ser dicho ni representado plenamente.
Renunciar a la Dialéctica del Tener-No Tener: El Camino de la Verdadera Mujer
La afirmación de Lacan de que «la verdadera mujer debe renunciar a la dialéctica del tener-no tener» es una consecuencia directa de su concepción del goce femenino. Si la mujer no está definida por la posesión o la falta del falo en el mismo sentido que el hombre, entonces su subjetividad se construye en un terreno diferente. Renunciar a esta dialéctica significa trascender la lógica binaria que define el ser en relación con el falo (tenerlo o no tenerlo). Implica liberarse de la necesidad de ser el falo para el Otro, o de buscar el falo como objeto de completud. En lugar de ello, la mujer se posiciona en una relación singular con la falta y con su propio goce suplementario. Esto no es una elección consciente, sino una posición estructural dentro del inconsciente. Es un llamado a que la subjetividad femenina no se defina por lo que le falta o lo que posee en relación al estándar masculino, sino por su acceso a una dimensión de goce que es radicalmente otra. Es un camino hacia una autenticidad que no se mide por parámetros fálicos, sino por la capacidad de habitar esa dimensión de lo ilimitado y lo inefable.
Implicaciones y Críticas de la Teoría Lacaniana de la Feminidad
Las ideas de Lacan sobre la feminidad han sido objeto de intensos debates. Por un lado, se le atribuye haber abierto un espacio para pensar la diferencia sexual más allá de la biología y la psicología tradicional, proponiendo una subjetividad femenina que no es simplemente una versión incompleta o deficiente de la masculina. Al introducir el concepto del Otro Goce, Lacan ofrece una vía para comprender la singularidad de la experiencia femenina, su relación con el misterio y lo inefable, y su capacidad de trascender las limitaciones del orden simbólico. Se argumenta que, lejos de ser misógino, Lacan describe la posición de la mujer en una sociedad patriarcal, donde el falo es el significante dominante, y, al mismo tiempo, revela una vía de escape o una dimensión suplementaria que no se reduce a esa lógica.
Sin embargo, sus críticos señalan que sus formulaciones pueden ser vistas como esencialistas, abstractas y difíciles de aplicar a la experiencia de las mujeres en el mundo real. Algunos argumentan que, a pesar de sus intenciones, sus teorías aún operan dentro de un marco falocéntrico, y que el «Otro Goce» puede ser interpretado como una forma de mantener a la mujer en una posición de misterio y de incomprensión, negándole la plena subjetividad y la capacidad de articular su experiencia en el lenguaje. La frase «La mujer no existe» también es una fuente de controversia, ya que puede ser malinterpretada como una negación de la existencia de las mujeres como sujetos.
A continuación, presentamos una tabla comparativa para clarificar los tipos de goce:
| Aspecto | Goce Fálico | Goce Femenino (El Otro Goce) |
|---|---|---|
| Relación con el Falo | Directamente ligado a la función del falo; es lo que se puede nombrar. | «Más allá del falo»; no está totalmente subsumido por la lógica fálica. |
| Naturaleza | Limitado, medible, representable, articulado en el lenguaje. | Ilimitado, inefable, un exceso, místico, no simbolizable completamente. |
| Universalidad | Experimentado por hombres y mujeres; es el goce del sujeto hablante. | Específico de la posición femenina; no todas las mujeres lo experimentan de la misma manera, ni es el único goce que experimentan. |
| Conocimiento | Puede ser conceptualizado y comprendido. | Resiste la articulación; es un enigma incluso para quien lo experimenta. |
| Función | Satisface el deseo dentro del orden simbólico. | Desborda el orden simbólico, introduce una dimensión de lo real. |
Preguntas Frecuentes sobre Lacan y las Mujeres
¿Lacan es misógino por decir que las mujeres «no tienen el falo» o que «La mujer no existe»?
La acusación de misoginia es compleja. Lacan no niega la existencia biológica de las mujeres. Cuando dice que «ellas el falo no lo tienen», se refiere a una posición simbólica en relación con el significante del falo. Y «La mujer no existe» significa que no hay un significante universal o una esencia que defina a *todas* las mujeres, a diferencia de la función fálica que es universal para los sujetos hablantes. Sus afirmaciones buscan describir estructuras inconscientes, no prescribir roles o denigrar a las mujeres. Sin embargo, la interpretación de sus textos sigue siendo un campo de debate.
Si las mujeres no tienen el falo, ¿significa que no tienen deseo o que son incompletas?
No, en absoluto. Lacan no dice que las mujeres no tengan deseo. Al contrario, su deseo es central. La ausencia del falo en el sentido de «no tenerlo» se refiere a que su relación con la falta y el deseo no se articula de la misma manera que para los hombres. No significa incompletud, sino una diferencia estructural que les permite acceder a una dimensión de goce que va más allá de lo fálico.
¿Qué es exactamente el «goce femenino» o «el Otro Goce»?
Es un goce suplementario, no-todo fálico, que las mujeres pueden experimentar. Es inefable, místico y no puede ser totalmente simbolizado o articulado en el lenguaje. Se distingue del goce fálico (que es el goce de la satisfacción del deseo dentro de la lógica del falo y que es compartido por ambos sexos) por su cualidad de exceso, de ilimitado, de algo que escapa a la representación y la medida.
¿Cómo se relaciona la castración femenina con el hecho de que «ellas el falo no lo tienen»?
Para Lacan, la castración es simbólica: la aceptación de la falta y la entrada en el orden del lenguaje. La mujer no es castrada por la pérdida del falo porque, simbólicamente, nunca lo «tuvo» de la misma manera que el hombre (es decir, no se identifica con él como su ser). Su castración es de otra índole, vinculada a la falta en el Otro y a su relación con un goce que no es «todo» fálico. Es la castración que se refiere al hecho de que el Otro no es completo, que no hay un significante que lo abarque todo, especialmente en relación con la feminidad.
¿Cómo influyen estas ideas en la comprensión moderna de la identidad de género?
Las teorías de Lacan son complejas y se centran en la posición subjetiva en relación con el lenguaje y el inconsciente, más que en la identidad de género en el sentido sociológico o performativo contemporáneo. Sus «fórmulas de la sexuación» describen cómo un sujeto se inscribe en la sexualidad desde el inconsciente, sea en el lado masculino (todo fálico) o en el lado femenino (no-todo fálico), independientemente de su sexo biológico o su identidad de género. Esto permite una lectura que desvincula la identificación de género de la biología, aunque sigue siendo un área de intensa discusión y reinterpretación.
En conclusión, la visión de Lacan sobre las mujeres es una de las más desafiantes y fecundas en el campo del psicoanálisis. Al afirmar que «ellas el falo no lo tienen» y que su goce se sitúa «más allá del falo», Lacan no busca denigrar a las mujeres, sino abrir un espacio para una comprensión de la subjetividad femenina que trasciende las limitaciones de un pensamiento meramente falocéntrico. Propone que la mujer, al renunciar a la dialéctica del tener-no tener, accede a una dimensión de goce enigmática e inarticulable, una experiencia de lo ilimitado que la sitúa en una posición única frente al lenguaje, el deseo y lo Real. Aunque sus formulaciones siguen siendo objeto de debate y crítica, su legado ha sido fundamental para repensar la diferencia sexual y la complejidad de la experiencia humana.
Si quieres conocer otros artículos parecidos a Lacan y la Enigmática Feminidad: Un Goce Único puedes visitar la categoría Metáforas.
