13/02/2020
En el vasto y complejo universo del pensamiento político, pocas obras resuenan con la fuerza y la controversia como el Leviatán de Thomas Hobbes. Publicado en 1651, en un contexto de profunda agitación social y política en Inglaterra, este tratado monumental no solo buscó explicar la naturaleza del Estado y el gobierno, sino que también se atrevió a desentrañar los intrincados hilos de la naturaleza humana misma. Hobbes, un pensador audaz y pragmático, nos invita a una reflexión profunda sobre por qué necesitamos un poder centralizado y cómo, sin él, la vida sería una existencia solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta.

La visión de Hobbes es radicalmente diferente a muchas de sus contemporáneas. Para él, la teoría política no debe idealizar al hombre, sino tomarlo tal como es, con sus pasiones, sus miedos y su incesante búsqueda de poder. Su objetivo no es erradicar estas pasiones, sino disciplinarlas y canalizarlas para el bien común. Esta premisa sienta las bases para entender el Estado como una construcción artificial, pero absolutamente necesaria para la supervivencia y prosperidad de la sociedad.
- La Naturaleza Humana: Un Egoísmo Racional
- El Estado de Naturaleza: Una Guerra de Todos Contra Todos
- El Pacto Social: El Nacimiento del Leviatán
- El Poder Soberano: Indivisible e Irrevocable
- El Leviatán: Un Dios Mortal
- Comparación de Estados: Hobbes vs. Otros Pensadores
- Preguntas Frecuentes sobre el Leviatán de Hobbes
- Conclusión: La Vigencia del Leviatán
La Naturaleza Humana: Un Egoísmo Racional
Hobbes parte de una concepción de la naturaleza humana que a menudo se describe con la famosa frase latina “Homo homini lupus”, es decir, “El hombre es un lobo para el hombre”. Sin embargo, es crucial entender el matiz de esta afirmación. No se trata de que los hombres sean inherentemente malvados, sino de que, en ausencia de una autoridad que imponga el orden, sus intereses individuales los llevarán inevitablemente al conflicto. En un estado de libertad absoluta, cada individuo tiene derecho a todo, incluso al cuerpo de otro, lo que conduce a una competencia feroz y constante por los recursos y la seguridad.
Las pasiones humanas, como el deseo de poder, la gloria, la riqueza y el miedo a la muerte, son los motores principales de la acción individual. En un estado natural, donde no hay leyes ni jueces, estas pasiones se desatan sin contención, generando un ambiente de desconfianza mutua y guerra perpetua. La razón, para Hobbes, no es una fuerza moral que nos impulse a la virtud, sino una herramienta calculadora que nos permite identificar los mejores medios para alcanzar nuestros fines y, crucialmente, para preservar nuestra propia vida.
El Estado de Naturaleza: Una Guerra de Todos Contra Todos
El concepto del estado de naturaleza es una hipótesis fundamental en la filosofía de Hobbes. No necesariamente un período histórico real, sino una condición hipotética en la que los seres humanos vivirían si no existiera ninguna forma de gobierno o autoridad. En este escenario, cada individuo es un juez de su propia causa y un ejecutor de sus propias leyes. El resultado es una anarquía total, una “guerra de todos contra todos” (bellum omnium contra omnes), donde no hay lugar para la industria, el conocimiento, el arte, la sociedad, y lo peor de todo, la vida humana es “solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta”.
En este estado, no existe la propiedad privada, la justicia, la injusticia, el bien o el mal. La única ley es la supervivencia, y cada uno tiene el derecho natural a hacer lo que sea necesario para proteger su vida. Es precisamente esta condición insostenible, este miedo constante a la muerte violenta, lo que impulsa a los hombres a buscar una solución racional para escapar de ella.
La salida del estado de naturaleza no se logra por la bondad intrínseca del hombre, sino por su racionalidad y su miedo. Los hombres, motivados por el deseo de autopreservación y una vida más cómoda, descubren que la única forma de garantizar la paz y la seguridad es mediante un pacto social. Este pacto no es un acuerdo entre el pueblo y el gobernante, sino un acuerdo entre los individuos mismos para ceder voluntariamente parte de su libertad y sus derechos naturales a un poder común.
Este poder común es el Leviatán, una entidad artificial pero inmensamente poderosa, creada por los hombres para protegerlos de sí mismos y de los demás. La transferencia de derechos es total y absoluta; los individuos renuncian a su derecho a gobernarse a sí mismos y a usar la fuerza, transfiriéndolo a un soberano. Este soberano, ya sea un monarca, una asamblea o una oligarquía, tiene el monopolio de la fuerza y la capacidad de dictar leyes, hacerlas cumplir y castigar a quienes las infrinjan.
Es importante destacar que el soberano no es parte del contrato; es el beneficiario de él. Esto significa que el pueblo no puede revocar el poder del soberano una vez que se ha establecido, a menos que el soberano no cumpla con su función principal: garantizar la paz y la seguridad. Si el soberano falla en esto, la sociedad regresa al estado de naturaleza, y el ciclo de conflicto y búsqueda de un nuevo Leviatán se repite.
El Poder Soberano: Indivisible e Irrevocable
Para Hobbes, la clave de un Estado estable y pacífico reside en la indivisibilidad e irrevocabilidad del poder soberano. Cualquier división de poder, como la que se ve en sistemas donde el poder se comparte entre diferentes ramas o instituciones, conduce inevitablemente a conflictos internos y, en última instancia, al colapso del Estado y al retorno al estado de naturaleza. El soberano debe tener autoridad absoluta sobre todos los aspectos de la vida pública, incluyendo la legislación, la justicia, la guerra y la paz, e incluso la interpretación de la religión, para evitar divisiones civiles.
La autoridad del soberano no deriva de un derecho divino, sino del consentimiento racional de los gobernados. Sin embargo, una vez que este consentimiento se ha otorgado, la obediencia al soberano es un deber moral y legal. Las leyes del soberano son justas por definición, ya que su propósito es mantener el orden y la paz, que son los fines últimos del Estado. La libertad de los súbditos se define como la libertad de hacer lo que las leyes no prohíben, lo que significa que la libertad existe dentro de los límites establecidos por el soberano.
El Leviatán: Un Dios Mortal
Hobbes describe al Leviatán como un “dios mortal”, una metáfora que encapsula su inmenso poder y su papel vital en la sociedad. Así como el monstruo bíblico Leviatán dominaba los mares, el Estado hobbesiano debe dominar la vida civil para evitar el caos. Esta figura colosal es la única garantía de que los hombres puedan vivir en sociedad, dedicarse a la industria, el comercio, las artes y la ciencia, sin el temor constante a la violencia y la muerte.
El Estado, según Hobbes, es un artificio, una creación humana, pero su necesidad es tan fundamental que sin él la vida sería insoportable. Su existencia justifica la sumisión de los individuos y la obediencia a sus leyes, incluso si estas parecen duras, porque la alternativa es infinitamente peor.
Comparación de Estados: Hobbes vs. Otros Pensadores
Para comprender mejor la originalidad y la relevancia de Hobbes, es útil contrastar su pensamiento con el de otros filósofos políticos:
| Concepto | Thomas Hobbes | John Locke | Jean-Jacques Rousseau |
|---|---|---|---|
| Estado de Naturaleza | Guerra de todos contra todos; vida solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta. | Estado de paz y razón, pero carente de leyes claras y un juez imparcial, lo que lleva a disputas. | Estado de inocencia y bondad natural; los hombres son libres y felices hasta que la sociedad los corrompe. |
| Contrato Social | Pacto entre individuos para transferir todos sus derechos a un soberano absoluto para la seguridad. Irrevocable. | Pacto entre individuos para crear un gobierno que proteja sus derechos naturales (vida, libertad, propiedad). Revocable si el gobierno falla. | Pacto para formar una comunidad donde los individuos se someten a la voluntad general, recuperando una libertad civil. |
| Poder Soberano | Absoluto, indivisible e irrevocable. El soberano no es parte del pacto. | Limitado, dividido (legislativo y ejecutivo), y sujeto a la revocación del pueblo. | Reside en el pueblo (voluntad general); inalienable e indivisible. |
| Propósito del Estado | Garantizar la paz y la seguridad, evitar la guerra civil. | Proteger los derechos naturales de los individuos. | Realizar la voluntad general, promover la libertad civil y la igualdad. |
| Libertad | Libertad de hacer lo que la ley no prohíbe. Obediencia es fundamental. | Libertad natural limitada por la ley natural; libertad civil bajo un gobierno limitado. | Libertad civil bajo la voluntad general; obligar a ser libre. |
Preguntas Frecuentes sobre el Leviatán de Hobbes
¿Por qué es tan importante el Leviatán?
El Leviatán es fundamental porque es una de las primeras obras en articular una teoría política sistemática basada en la razón y no en la teología o la tradición. Introdujo conceptos clave como el estado de naturaleza, el contrato social y la soberanía absoluta, que han influido profundamente en el pensamiento político occidental. Su enfoque en la seguridad y el orden como fines supremos del Estado sigue siendo relevante hoy en día.
¿Es Hobbes un defensor de la tiranía?
Hobbes no aboga por la tiranía en el sentido de un gobierno que ejerce el poder arbitrariamente y sin justificación. Él defiende un poder soberano fuerte y absoluto como el único medio para evitar el caos y la guerra civil. Su justificación para este poder es la preservación de la vida y la paz de los ciudadanos. Aunque el soberano tiene un poder inmenso, su objetivo principal es el bien común, entendido como la estabilidad y la seguridad.
¿Qué significa que el Estado es un “dios mortal”?
La expresión “dios mortal” subraya la inmensa autoridad y poder del Estado hobbesiano. Al igual que una deidad, el Estado tiene el poder de la vida y la muerte sobre sus súbditos, y es la entidad suprema en la tierra que puede imponer orden. Sin embargo, es “mortal” porque, a diferencia de un dios verdadero, puede perecer si no logra mantener la paz y es derrocado, volviendo la sociedad al estado de naturaleza.
¿Cómo influyó el Leviatán en la política moderna?
La influencia del Leviatán es innegable. Sus ideas sobre la necesidad de un poder centralizado para mantener el orden sentaron las bases para el concepto del Estado-nación moderno. Su énfasis en el contrato social como origen de la legitimidad del gobierno, aunque con una visión diferente del poder, fue un punto de partida para pensadores como Locke y Rousseau. Además, su análisis de la naturaleza humana y el papel de las pasiones y la razón en la política sigue siendo objeto de estudio y debate.
¿Es el pensamiento de Hobbes pesimista sobre la humanidad?
Muchos consideran la visión de Hobbes como pesimista debido a su descripción del estado de naturaleza y la necesidad de un poder absoluto para controlar las pasiones humanas. Sin embargo, Hobbes argumentaría que es más bien realista. Él no condena la naturaleza humana, sino que la acepta como es y busca una solución práctica para sus desafíos. Su filosofía es una búsqueda de la paz y la seguridad, no una condena de la humanidad.
Conclusión: La Vigencia del Leviatán
El Leviatán de Thomas Hobbes es mucho más que un texto histórico; es una reflexión atemporal sobre los fundamentos de la sociedad política. Nos obliga a confrontar preguntas esenciales: ¿Qué es la naturaleza humana? ¿Por qué necesitamos leyes y gobierno? ¿Cuál es el precio de la paz? En un mundo que sigue lidiando con conflictos, la búsqueda de orden y la tensión entre libertad y seguridad, las ideas de Hobbes permanecen sorprendentemente relevantes.
Su visión de un Estado fuerte, capaz de imponer la paz a través de la coacción si es necesario, sigue siendo un punto de referencia para entender la lógica detrás de muchas estructuras de poder contemporáneas. Aunque sus soluciones puedan parecer drásticas para algunos, la problemática que plantea –la superación del caos para lograr una vida digna– es universal y sigue siendo el motor de la reflexión política hasta nuestros días. El Leviatán nos recuerda que el orden no es un dado, sino una construcción frágil que requiere constante vigilancia y, sobre todo, la aceptación de un poder que garantice la convivencia.
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