¿Cuál es el tema principal del cuento El muerto?

Borges: La Muerte como Metáfora y Reflejo

10/12/2021

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Jorge Luis Borges, el célebre escritor argentino, fue un maestro en la construcción y deconstrucción de conceptos complejos, a menudo utilizando la metáfora como su herramienta más afilada. Para él, las ideas no eran meras abstracciones, sino entidades maleables que podían ser transformadas en imágenes vívidas y sorprendentes. Incluso un tema tan universal y trascendental como la muerte, lejos de ser un mero final, se convierte en su obra y pensamiento en un vasto campo de exploraciones metafóricas. En una reveladora entrevista de 1980 con Liliana Heker, Borges, a punto de cumplir ochenta años, desgranó su singular perspectiva sobre la vida, la muerte, la inmortalidad y hasta sus propias fobias, todo ello impregnado de un profundo sentido metafórico.

¿Cuáles son las dos metáforas esenciales que recomienda Borges?
Dos metáforas esenciales que Borges considera significativas son el laberinto, que representa la complejidad de la existencia, y el espejo, que simboliza la autorreflexión y la naturaleza de la realidad .

La conversación con Heker, inicialmente destinada a un libro sobre la vida y la muerte, nos brinda una ventana privilegiada a la mente borgeana, donde cada respuesta, cada anécdota, se despliega como una capa de significado que invita a la reflexión. En este artículo, desentrañaremos cómo Borges tejió la muerte y la existencia en una red de metáforas, desde su anhelo de cesación hasta su peculiar relación con los espejos, revelando la riqueza de su pensamiento sobre el gran misterio final.

Índice de Contenido

La Muerte: Una Metáfora de la Esperanza y la Cesación

Cuando se le pregunta directamente sobre qué le sugiere la palabra muerte, la respuesta de Borges es, para muchos, inesperada y radical: una gran esperanza. Para el escritor ciego, solitario y tímido, la muerte no era un abismo temido, sino una liberación anhelada. “La esperanza de dejar de ser. Yo estoy seguro, como mi padre, de morir cuerpo y alma”, afirmaba. Esta visión de la muerte como cesación total y absoluta se eleva a la categoría de una metáfora existencial de la paz. Es la quietud definitiva, el fin de la desdicha inherente a la vida, especialmente para quien se siente “un poco desdichado” y “cansado” de existir. Borges compara la muerte con el sueño, “lo más grato de la vida”, estableciendo una equivalencia poética que despoja al fin de su terror y lo viste de consuelo. Su descreimiento en la inmortalidad del alma no es una fuente de tristeza, sino de felicidad, una metáfora de la aceptación y la liberación del peso de la eternidad.

La influencia de su padre, profesor de psicología, es palpable en esta concepción. Él también creía en la mortalidad del alma y le enseñó a Borges a no tomarse la fe demasiado en serio, incluso si se declaraban “mentiras piadosas” por respeto a otros. Esta anécdota subraya una actitud borgeana ante los dogmas: una visión pragmática y un tanto cínica que desarma las construcciones humanas sobre lo trascendente, dejándolas como meras ficciones, aunque a veces, bellas.

Espejos y Realidad: La Metáfora de la Percepción Distorsionada

Uno de los puntos más fascinantes de la entrevista es la peculiar aversión de Borges a los espejos, una fobia que él mismo reconoce provenir de su infancia, mucho antes de conocer la filosofía de Plotino. Para Borges, el espejo no era simplemente un objeto que reflejaba la imagen, sino una puerta a una realidad potencialmente autónoma y amenazante. Su temor radicaba en que “el espejo empezara a vivir de un modo distinto; por ejemplo, que mi imagen en el espejo hiciera cosas que yo no hacía”. Esta es una metáfora potente de la dualidad, de lo otro que habita en lo propio, de la identidad que se desdobla y escapa al control. Es la realidad que se distorsiona, que puede cobrar vida propia y actuar de manera independiente a la voluntad de quien la observa.

Aunque Borges desvincula su fobia de la filosofía de Plotino (quien consideraba que un retrato era una “sombra de una sombra”, una copia de una copia de un arquetipo ideal), la conexión temática es innegable. Ambas visiones, aunque desde ángulos distintos, exploran la naturaleza de la representación y la realidad. Mientras Plotino se negaba a los retratos por una cuestión metafísica de imperfección y lejanía del arquetipo, Borges temía la autonomía de la imagen reflejada, una metáfora del desdoblamiento del ser y la potencial alienación. La imagen en el espejo, para Borges, es una extensión de la existencia que puede volverse ajena, un doble que desafía la unicidad del yo.

¿Cuál fue la famosa frase de Borges?
\u201cEl peor laberinto no es esa forma intrincada que puede atraparnos para siempre, sino una línea recta única y precisa\u201d. \u201cTodas las teorías son legítimas y ninguna tiene importancia.

El Laberinto del Karma y la Transmigración

Aunque Borges no menciona explícitamente el concepto de laberinto en esta entrevista, su fascinación por la idea del karma y la transmigración en el budismo puede interpretarse como una exploración de un laberinto existencial. El budismo, según Borges, postula que “todo hombre, a lo largo de su vida, crea un organismo que se llama karma, un organismo psíquico, y que ese organismo es heredado por otro hombre; pero no cree en la trasmigración del alma”. Esta cadena infinita de nacimientos, donde cada destino es consecuencia de uno anterior, es un verdadero laberinto de causas y efectos. “Si cada vida presupone una vida anterior, esa vida anterior presupone otra, y esto sigue hasta el infinito”, explica Borges. Este ciclo interminable de renacimientos, del que solo se escapa al alcanzar el Nirvana, es una metáfora de un camino complejo y recursivo, donde cada elección y acción en una vida conduce a la siguiente, en una intrincada red de destinos interconectados. Es un laberinto sin fin aparente, una búsqueda constante de la salida a través de innumerables existencias, hasta que uno “queda fuera de la rueda de la ley”.

La 'Muerte Propia': Una Metáfora del Destino y el Estilo

La idea de una “muerte propia”, tomada por Rilke de Séneca (“morire sua morte”), resuena profundamente en Borges. Esta noción es una poderosa metáfora que vincula el estilo de la vida con el estilo de la muerte. Significa que el final de una persona debe ser coherente con la forma en que vivió. Borges relata el caso de Goethe, quien supuestamente murió “escribiendo en el aire”, tachando líneas imaginarias, una metáfora perfecta de la muerte de un escritor: el último acto creativo. Aunque Borges cree que es una invención de Johannes Becher, la belleza de la metáfora la hace valiosa.

Pero es en los ejemplos de su propia familia y conocidos donde la metáfora de la “muerte propia” cobra vida: los hermanos Pedro y Max Henríquez Ureña, ambos profesores, murieron de ataques al corazón al apresurarse para dar sus clases, “cumpliendo su destino pedagógico”. Su abuelo Borges, un soldado de toda la vida, eligió una muerte heroica en batalla, “poniéndose un poncho blanco, montó en un caballo... avanzó hacia las trincheras enemigas, no al galope sino al trote y con los brazos cruzados, ofreciendo un blanco”. Para Borges, esta fue la “muerte propia” de un militar, una culminación coherente de su existencia. Incluso su abuela inglesa, al morir, lo hizo con una valentía estoica, restando dramatismo al evento: “Soy una mujer muy vieja que está muriéndose muy despacio; no hay ninguna razón para que estén alborotados todos ustedes”. Una metáfora de la dignidad ante el fin.

Para sí mismo, Borges anhela una muerte súbita, en contraste con las “largas agonías” que presenció en su familia, que eran la antítesis de la “muerte propia” deseada. La muerte súbita es, para él, la metáfora de un final limpio, sin el sufrimiento prolongado que desdibuja la esencia de la vida.

Comparación de Visiones sobre la Muerte y la Existencia en Borges

ConceptoMetáfora Borgeana/VisiónSignificado Implícito
La MuerteGran esperanza / Cesación / SueñoLiberación del sufrimiento, fin de la existencia consciente, descanso.
Los EspejosPercepción Distorsionada / DualidadTemor a la autonomía de la imagen, desdoblamiento del ser, lo irreal que cobra vida.
El Karma (Budismo)Laberinto Existencial / Rueda de la LeyCiclo infinito de nacimientos y consecuencias, destino entrelazado, búsqueda de la liberación (Nirvana).
La "Muerte Propia"Estilo de Vida / Culminación CoherenteEl final de una vida que es fiel a su esencia, destino personal, coherencia entre el ser y el morir.
La VidaExistencia Universal / SensibilidadAgradecimiento por el simple hecho de existir, presencia de la vida en todo (plantas, animales), conciencia.
El Legado LiterarioOlvido Anónimo / Obra TrascendenteLa ambición de que la obra sobreviva por sí misma, más allá del nombre y la biografía del autor.
Jesús y el SuicidioContradicción TeológicaUna interpretación provocativa que desafía los dogmas establecidos sobre el sacrificio voluntario.
El TiempoContinuidad / Pasado MuertoLa no existencia antes del nacimiento como paralelo a la no existencia después de la muerte, relativización del miedo al fin.

La Vida: Una Metáfora de la Existencia y la Percepción

En contraste con su visión de la muerte, Borges aborda la vida con una profunda gratitud, a pesar de sus momentos de desdicha. Citando al filósofo alemán Theodor Fechner, Borges abraza la metáfora de que “todo tiene vida”, una vida que puede estar “dormida en las piedras”, “soñando en las plantas” y “despierta en el hombre”. Esta concepción panpsiquista es una hermosa metáfora de la interconexión de toda la existencia. La expresión inglesa “a green hand” (una mano verde), para referirse a alguien con don para las plantas, es otra metáfora que Borges rescata para ilustrar la sensibilidad y la conexión entre seres vivos, una idea que su empleada correntina corrobora al decir que hay que “querer a las plantas porque las plantas saben que uno las quiere”. Los animales, por supuesto, también poseen esta sensibilidad, como su propio gato, que distingue a quienes lo aprecian. La vida, para Borges, es un hecho que debe ser agradecido, como Chesterton afirmó: “A un hombre debe bastarle pensar que es un hombre, que está de pie, que está bajo las estrellas”. Esta es la metáfora de la felicidad en la simple existencia, sin necesidad de una eternidad que, para él, sería “bastante desdichada” y agotadora.

¿Qué decía Borges sobre la muerte?
Voy a morir y voy a cesar, y qué más puedo querer que eso, qué cosa más grata puede haber que la muerte, que se parece tanto al sueño que es quizá lo más grato de la vida. Es decir, yo descreo en la inmortalidad pero eso no es una fuente de tristeza para mí sino de felicidad: pensar que voy a cesar.

El Legado Literario: La Metáfora del Olvido Anónimo

Borges, el escritor que ansiaba el olvido de su biografía, pero no de su obra, presenta una fascinante metáfora sobre la inmortalidad del arte. Su deseo de que su nombre se olvidara, pero que sus cuentos o versos sobrevivieran, es la aspiración a que la literatura trascienda al autor y se convierta en parte del lenguaje o la tradición, anónimamente. Esta es una metáfora de la obra como una entidad viva e independiente que se desliga de su creador para adquirir una vida propia en la mente de los lectores. Casos como Virgilio, quien quiso quemar la Eneida, o Kafka, quien encomendó a Max Brod la destrucción de su obra, son interpretados por Borges como gestos de humildad o autoexigencia, sabiendo que sus amigos desobedecerían. La anécdota de Emily Dickinson, que no quiso publicar nada en vida, pero cuya obra fue descubierta y publicada póstumamente, es otra ilustración de esta metáfora: la literatura tiene un destino que a veces supera la voluntad del artista. La cita de Dickinson, “Parting is all we know of Heaven, and all we need of Hell” (La despedida es todo lo que sabemos del Cielo, y todo lo que precisamos del Infierno), es una metáfora sublime de la dualidad de la despedida, un momento de “máxima presencia y la máxima ausencia” simultáneas.

Jesús y el Suicidio: La Metáfora de la Contradicción Teológica

Con su habitual irreverencia intelectual, Borges lanza una provocadora metáfora sobre la figura de Jesucristo. Critica la condena católica del suicidio, argumentando que “el propio Jesucristo fue un suicida”. Su razonamiento es que, si el sacrificio de Jesús fue voluntario, fue un acto de autosacrificio deliberado, y por lo tanto, un suicidio. “Una religión que tiene a la cabeza un suicida –y ese suicida, además, es Dios– y que condene el suicidio”, plantea, revelando una metáfora de la contradicción inherente en ciertos dogmas. Esta es una forma borgeana de desarmar narrativas establecidas, invitando a ver las figuras sagradas bajo una luz más humana y, por ende, más compleja y llena de paradojas. Su escepticismo ante la explicación teológica de la “parte humana” de Jesús en la cruz es, en sí mismo, una metáfora de su rechazo a las justificaciones simplistas.

El Tiempo: Una Metáfora de la Continuidad y el Pasado Muerto

La reflexión de Borges sobre el tiempo y la muerte se enriquece con una metáfora poco común, extraída del poema “De Rerum Natura” de Lucrecio. La entrevistadora le pregunta si siente nostalgia por no estar en el futuro o por haber estado “muerto para el pasado”. Borges revela que esta última idea proviene de Lucrecio, quien argumenta: “si a nadie le duele no haber estado presente en el sitio de Troya qué importa que no esté presente en las próximas guerras”. Esta es una poderosa metáfora de la relatividad de la no existencia. Si no nos lamentamos por no haber vivido en el pasado, ¿por qué temer no vivir en el futuro? Es una invitación a ver la muerte como una extensión natural de la no existencia previa al nacimiento, despojándola de su horror existencial.

Reflexiones Finales: Un Charlatán Agradecido

Borges concluye la entrevista con una autocrítica humorística, llamándose a sí mismo un “gallego insoportable” por su tendencia a “hablar y hablar”. Esta autoironía es una metáfora de su humildad y su conciencia de la prolífica naturaleza de su intelecto. A lo largo de la conversación, Borges nos ha ofrecido un mapa metafórico para navegar por los grandes enigmas de la vida y la muerte, demostrando que incluso en la vejez y la ceguera, la mente humana puede seguir tejiendo hilos de significado, transformando la realidad en un complejo y fascinante tapiz de ideas.

Preguntas Frecuentes sobre las Metáforas de Borges y la Muerte

¿Cómo abordaba Borges la muerte desde una perspectiva metafórica?

Borges concebía la muerte no como un fin temido, sino como una “gran esperanza” y una metáfora de la cesación y el descanso. La equiparaba al sueño, elogiando su capacidad de liberar del sufrimiento y del cansancio de la existencia. Para él, la muerte era el cese absoluto del ser, una liberación anhelada.

¿Qué decía Borges sobre la muerte?
Voy a morir y voy a cesar, y qué más puedo querer que eso, qué cosa más grata puede haber que la muerte, que se parece tanto al sueño que es quizá lo más grato de la vida. Es decir, yo descreo en la inmortalidad pero eso no es una fuente de tristeza para mí sino de felicidad: pensar que voy a cesar.

¿Cuál es la relación entre los espejos y las metáforas en la obra de Borges?

Los espejos son una metáfora central en Borges, representando la duplicidad, la percepción distorsionada de la realidad y la autonomía de la imagen. Su aversión personal a ellos, que venía de la infancia, radicaba en el temor a que su reflejo pudiera cobrar vida propia y actuar independientemente, simbolizando una pérdida de control o una fractura en la identidad.

¿De qué manera el concepto de "muerte propia" es una metáfora en el pensamiento borgeano?

La “muerte propia” es una metáfora que sugiere que el estilo de la muerte debe ser coherente con el estilo de la vida. Para Borges, significaba una culminación de la existencia que reflejaba la esencia y el destino de la persona, como la muerte de un escritor escribiendo o la de un soldado en batalla, dando sentido y coherencia al final.

¿Qué otras metáforas importantes se pueden identificar en las reflexiones de Borges sobre la vida y la existencia?

Además de la muerte y los espejos, Borges explora otras metáforas clave. El concepto budista del karma y la transmigración puede interpretarse como un laberinto existencial de infinitos nacimientos y consecuencias. La vida misma es una metáfora de la existencia universal y la sensibilidad, presente en todo. Y su deseo de que su obra sobreviva anónimamente es una metáfora del arte que trasciende al artista, convirtiéndose en parte del lenguaje y la tradición.

¿Borges creía en la inmortalidad del alma?

No, Borges no creía en la inmortalidad del alma. La consideraba una “ficción piadosa”, una invención humana sin fundamento. Su escepticismo, lejos de causarle tristeza, le producía felicidad, ya que la idea de una existencia eterna le parecía desdichada y agotadora.

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