Pachamama: El Corazón de Nuestra Familia Andina

En el vasto tapiz de las culturas ancestrales, pocas metáforas son tan poderosas y conmovedoras como la que describe a la Pachamama no solo como la Madre Tierra, sino como una parte intrínseca de nuestra propia familia. Esta visión, profundamente arraigada en los pueblos andinos, trasciende la mera personificación para convertirse en una filosofía de vida, un lazo de sangre que une a la humanidad con el cosmos. Para los quebradeños y quebradeñas, y en general para la mayoría de los pueblos indígenas de América, la Pachamama es un ser vivo, sagrado, que come, bebe, respira y descansa, al igual que sus hijos. Es una madre llena de vida, de la que obtenemos nuestro sustento, nuestro trabajo y nuestra propia existencia. Pero esta relación no es unidireccional; para recibir su protección y alimento, debemos protegerla y alimentarla a ella. Es una danza milenaria de dar y recibir, de respeto mutuo y de profunda gratitud que se manifiesta en cada aspecto de su vida.

La Pachamama como Sustento y Miembro Vivo de la Familia

La idea de que la tierra es nuestra madre y nosotros sus hijos no es una invención poética reciente, sino una verdad fundamental para muchas civilizaciones. Los guaraníes, con sabiduría ancestral, afirman que "la tierra es nuestra madre, es nuestra vida y es nuestra libertad". Las comunidades collas, por su parte, resumen su sentir en una frase que resuena con un eco profundo: "en nuestra mente, en nuestros labios y en nuestro corazón está nuestra Pachamama". Estas expresiones no son solo palabras; son la esencia de una cosmovisión donde la naturaleza no es un recurso a explotar, sino un pariente cercano a quien amar y honrar.

Un anciano de la tribu Seattle, en Norteamérica, lo expresó con una claridad asombrosa: "la tierra no nos pertenece sino que nosotros pertenecemos a ella porque somos sus hijos". Esta inversión de la propiedad es clave. ¿Cómo se puede vender o comprar algo que te da la vida? La Pachamama es una entidad viva, con "huesos y sangre", con "leche" que nos amamanta a través de sus frutos. Ella "sabe parir papas", "hace nacer casas", y "gente hace nacer". Ella nos cuida, y en reciprocidad, nosotros la cuidamos. Este vínculo familiar se fortalece con actos de convivencia, como convidar chicha, un gesto de intimidad y respeto que se reserva para los seres más queridos. La Pachamama es, en esencia, nuestro hogar, y en este hogar convivimos seres humanos, animales y plantas, todos íntimamente relacionados con el aire, el agua, el suelo y los vientos, las fuerzas que componen el medio ambiente.

La sabiduría popular quebradeña lo resume en frases que encapsulan la dualidad de esta madre poderosa: "La Pacha nos cría y la Pacha nos come", "así como cuida, castiga; nos mantiene sanos o nos conduce a la enfermedad". Esta relación es de profundo respeto, donde la ingratitud puede llevar a la negación de las cosechas. Por ello, el acto de agradecimiento es fundamental, manifestado en cada primer trago, en cada "chayada" o "pago" a la Pacha.

Rituales de Convivencia y Gratitud: Chayada y Pagos

La relación familiar con la Pachamama se nutre a través de rituales que son el corazón de la vida andina. La chayada y los pagos son expresiones tangibles de esta profunda conexión. La chayada es una ceremonia sencilla pero cargada de significado, donde se rocían bebidas (chicha, vino, alcohol, cerveza) en un homenaje sincero de agradecimiento a la Pachamama. No es un acto exclusivo de una fecha; en cualquier momento del año, antes de beber, se inclina el vaso para convidar a la Tierra el primer trago. Se chayan elementos de trabajo, bienes, e incluso nuevos objetos como automóviles o televisores, pidiendo "que dure", "que no se arruine" y "que sea en buena hora", buscando el equilibrio con las fuerzas de la naturaleza.

El acto de "pagar la Pacha" o "pagar la Tierra" es otra manifestación de esta deuda de gratitud. Se realiza con bebidas y, especialmente en agosto, dándole de comer. Se eligen comidas preparadas con los frutos de la tierra local: maíz, papas, habas, pelones, quinoa, oca, papa lisa, entre otros. También se le ofrecen cigarrillos y coca. Es una forma de devolverle simbólicamente algo de lo que ella nos da, reconociendo que "mientras dure nuestra existencia siempre estamos en deuda con la madre naturaleza". Los abuelos enseñan que muchos logros en la vida se deben a ella, y que el bienestar humano se logra respetando a mayores, animales y plantas, siendo siempre agradecidos de la vida que se debe a la Pachamama. "Hasta las piedras hay que respetar porque ellas nos sirven de testigos del paso por esta vida", es un eco de esta profunda filosofía.

La siguiente tabla resume algunos de los rituales y sus propósitos:

El Equilibrio con la Naturaleza: Cultivos y Animales

La relación familiar con la Pachamama se extiende a la gestión de los recursos naturales. La agricultura tradicional de los quebradeños, por ejemplo, se basa en ciclos de rotación de suelos y cultivos para "no cansar la tierra". Esta práctica, valorada aún hoy, permite que la tierra descanse y se regenere, un acto de cuidado hacia la madre que provee. Una abuela de Hornaditas lo expresó con una sabiduría atemporal: "Todo tiene su tiempo... tiene su tiempo de sembrar, su tiempo de cosechar, su tiempo de nacer y de crecer... Hay que hacer descansar la tierra, ya no quiere dar, no quiere producir." La falta de descanso y abono a la tierra se ve como un desprecio que puede traer consecuencias, una clara muestra del equilibrio que debe existir.

Del mismo modo, el manejo del ganado está íntimamente ligado a la honra de la Pachamama. Ritos como la señalada y la marcada del ganado, que se practicaban con la llama y luego se extendieron a los animales introducidos por los españoles (vacas, ovejas, cabras), son rogativas por el "multiplico", es decir, el crecimiento y la reproducción de la tropa. Estas ceremonias, que a menudo se convierten en grandes fiestas comunitarias, no solo identifican a los animales con sus dueños, sino que "reafirman lazos de parentesco, solidaridad, amistad y compadrazgo" entre los miembros de la comunidad, fortaleciendo el tejido social en torno a la Pachamama.

La "señalada" y la "marcada" son actos ceremoniales llenos de simbolismo. Se cortan las orejas del ganado o se les coloca una marca, identificando su pertenencia. Estas ceremonias se acompañan de música, coplas, y ofrendas. Se colocan flores de lana, papel picado, y serpentinas en los animales, y se les convida chicha. Incluso se corta la punta de la cola con la creencia de ahuyentar males. Los "illas" o guías del ganado (la vaca más lechera, el reproductor) son especialmente adornados y se les reza. Al finalizar, la comunidad se reúne en la "apacheta" o "pachamamero", un montículo de piedras sagrado donde se ofrecen los cortes de orejas y colas a la Pachamama, pidiendo por la unión de la comunidad y el "multiplico" del ganado, incluso con un puñado de hormigas rojas, consideradas las mejores para ayudar en esta petición. La jornada culmina con una gran fiesta, reforzando el sentido de comunidad y gratitud.

La Pachamama en la Actualidad: Deidad, Derecho y Resistencia

La veneración a la Pachamama no es una reliquia del pasado, sino una práctica viva y en constante evolución. A pesar de la influencia del catolicismo, su culto ha perdurado y se ha fusionado con otras creencias, demostrando la resiliencia de la cultura andina. El término "Pachamama" mismo, de origen quechua, significa "mundo, tiempo, universo y lugar" (pacha) y "madre" (mama), consolidándose como la diosa de la tierra, la que concibe la vida y protege a sus hijos.

El 1 de agosto se celebra el Día de la Pachamama, una fecha clave donde la tierra "abre su boca" para recibir agradecimientos y peticiones. Esta ceremonia se ha extendido más allá de las comunidades indígenas, llegando incluso a centros urbanos, enriqueciendo la cultura e identidad de países como Argentina, Bolivia, Perú y Ecuador. La Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por ejemplo, se suma a esta celebración, reconociendo su valor cultural y la diversidad que aporta a la sociedad.

Más allá de lo espiritual, la Pachamama tiene una dimensión legal y política. La lucha por la tierra es una constante en la historia de los pueblos indígenas, que reclaman sus derechos sobre las tierras que tradicionalmente ocupan. La Constitución Nacional Argentina, en su Artículo 75, inciso 17, reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, garantizando el respeto a su identidad, el derecho a una educación bilingüe e intercultural, y la posesión y propiedad comunitarias de sus tierras. Este reconocimiento es crucial, ya que "ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos", asegurando su participación en la gestión de los recursos naturales. Esta lucha por la tierra es, en esencia, una defensa de la Pachamama, de la madre que les dio la vida y que sigue siendo su hogar y su sustento. Es la defensa de un vínculo ancestral inquebrantable.

Preguntas Frecuentes sobre la Pachamama

¿Qué es la Pachamama?
La Pachamama, del quechua "Pacha" (mundo, universo, tiempo, lugar) y "Mama" (madre), es la deidad andina de la Madre Tierra. Es venerada como la fuente de vida, fertilidad, abundancia y la protectora que nutre y sustenta a todos los seres vivos.

¿Cuándo se celebra el Día de la Pachamama?
El Día de la Pachamama se celebra anualmente el 1 de agosto. Este día marca el inicio de un mes en el que la tierra es considerada más receptiva para recibir agradecimientos y ofrendas.

¿Por qué es importante la Pachamama?
La Pachamama es fundamental para las culturas andinas porque representa la profunda conexión y el respeto que los seres humanos deben tener con la naturaleza. Simboliza el equilibrio ecológico, la provisión de alimentos y recursos, y la continuidad de la vida. Es una figura central en la identidad y cosmovisión de estos pueblos.

¿En qué países se venera a la Pachamama?
La Pachamama es venerada principalmente en las regiones andinas de Sudamérica, incluyendo Perú (especialmente Cusco, Puno), Bolivia, Ecuador y el noroeste de Argentina (Jujuy, Salta).

¿Qué son la chayada y los pagos a la Pachamama?
La chayada es una ceremonia donde se rocían bebidas a la tierra en señal de agradecimiento y bendición. Los "pagos" son ofrendas de alimentos (frutos de la tierra), coca, cigarrillos, y otros elementos simbólicos que se le brindan a la Pachamama, especialmente en agosto, para devolverle parte de lo que ella provee y asegurar su favor.

¿Cómo se relaciona la Pachamama con la agricultura y la ganadería?
La Pachamama está intrínsecamente ligada a estas actividades. Los ciclos de siembra y cosecha se realizan en armonía con la tierra, permitiendo su descanso. En la ganadería, rituales como la señalada y la marcada son rogativas a la Pachamama por la reproducción y el bienestar de los animales, elementos esenciales para el sustento de las comunidades.

Un Vínculo Imperecedero

La metáfora de la Pachamama como parte de nuestra familia es una poderosa lección de interdependencia y gratitud. Nos enseña que la tierra no es un mero recurso, sino un ser viviente, una madre que nos nutre y nos cuida, y a quien debemos honrar y proteger. Esta visión va más allá de lo religioso; es un llamado a la conciencia ambiental, a la sostenibilidad y al respeto por todos los seres vivos. La cultura andina, a través de sus rituales y su filosofía, nos recuerda la importancia de mantener un vínculo vivo y recíproco con la Madre Tierra, un lazo familiar que es esencial para la continuidad de la vida en nuestro planeta.