03/05/2018
Cuando pensamos en los derechos humanos, nuestra mente suele viajar a los siglos XVII y XVIII, a la era de la Ilustración, o a la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Sin embargo, ¿qué pasaría si le dijéramos que la noción fundamental de derechos inherentes a todas las personas es mucho más antigua, arraigada en las páginas de un texto milenario: la Biblia? Lejos de ser un concepto moderno, la semilla de los derechos humanos ya germinaba en las Escrituras, mucho antes de que se acuñara la frase. Proverbios 29:7 (NVI) nos da una pista: «El justo se ocupa de la causa de los pobres; el malvado ni siquiera se preocupa por conocerla.» Este versículo, entre muchos otros, sugiere una preocupación divina por la justicia y la dignidad humana que trasciende épocas y culturas.

La Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, fue un hito histórico sin precedentes. Tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial y el genocidio basado en el racismo, las naciones del mundo se unieron para afirmar que «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros» (Artículo 1). Esta declaración marcó un cambio radical, ya que muchos gobiernos hasta ese momento no habrían aceptado tal afirmación. Por primera vez, se admitía ante el mundo que los derechos humanos eran reales, innegociables y exigibles, comprometiendo a las naciones a reconocerlos y defenderlos.
Casi dos siglos antes, Thomas Jefferson, en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, escribió: «Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad». Es de suma importancia que Jefferson fundamentara los derechos humanos en el Creador. Esto no fue un accidente. Fue un reconocimiento y una afirmación de que los derechos no pueden ser arrebatados a los individuos por personas poderosas o gobiernos. Los derechos provienen de Dios y, como tales, están más allá del alcance de los seres humanos. Esto es, según Jefferson, «autoevidente», más allá de cualquier argumento o negación.
- El Concepto de Derechos: Más Allá de la Ilustración
- La Imagen de Dios: Fundamento de la Dignidad Humana
- La Ley de Moisés y la Justicia
- Ejemplos Bíblicos de Protección de Derechos
- El Nuevo Testamento y la Defensa de los Vulnerables
- Preguntas Frecuentes (FAQ) sobre los Derechos en la Biblia
- Conclusión: Una Visión Profunda y Atemporal
El Concepto de Derechos: Más Allá de la Ilustración
Mientras que la Ilustración y las declaraciones modernas popularizaron el lenguaje de los derechos, la idea de que existe una ley moral inherente, una verdad autoevidente sobre lo que es justo e injusto, ya había sido articulada siglos antes. El apóstol Pablo, en el primer capítulo de su Carta a los Romanos, escribió que lo correcto y lo incorrecto, lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, deberían ser evidentes para todos porque estas cosas son claras en la naturaleza, en el mundo creado por Dios. Cuando los seres humanos permiten que su fe se corrompa, adorando ídolos de su propia creación, su comportamiento también se corrompe. La «mente depravada» (Romanos 1:28) genera daño y miseria. Pablo detalla esta depravación:
«Están llenos de toda injusticia, perversidad, avaricia y maldad. Rebosan de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, arrogantes y jactanciosos; inventan maldades; desobedecen a sus padres; son necios, desleales, insensibles, despiadados.» (Romanos 1:29-30, NVI)
Mucho antes que Jefferson, el apóstol Pablo afirmó que la creencia corrupta y el daño que de ella se deriva provienen del rechazo de la verdad autoevidente de Dios. Existe una ley evidente en la naturaleza que condena el daño a los demás. Los derechos humanos son presuponidos y defendidos en la Biblia, incluso si aún no se habían desarrollado en el concepto filosófico que llegarían a ser más tarde. Viven y respiran en la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento. Subyacen a los estándares de comportamiento de los creyentes en el Nuevo Testamento, tanto judíos como gentiles. Son lo que innatamente exigimos para nosotros mismos, dando sentido a la enseñanza de Jesús: «Así que en todo traten ustedes a los demás tal como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, ésta es la Ley y los Profetas» (Mateo 7:12, NVI). Todos merecen ser tratados con justicia, lo que implica mantener lo que hoy llamamos derechos.
La Imagen de Dios: Fundamento de la Dignidad Humana
La Biblia comienza con Génesis, donde Dios crea al hombre y a la mujer a su imagen. En tiempos bíblicos, la imagen de un rey podía dejarse en el territorio que gobernaba como señal de su propiedad. En el corazón de este lenguaje de la imagen de Dios está esa misma idea. Los seres humanos están en el mundo de Dios para representarlo, cuidando la creación que le pertenece. Esta es la idea original, y los teólogos la han desarrollado aún más a lo largo de los siglos. Común a todas las discusiones sobre la imagen de Dios es el reconocimiento del alto estatus del ser humano. «Lo hiciste poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra» (Salmo 8:5, NVI). Los derechos se presuponen como parte de lo que sitúa a los humanos por encima de todas las demás criaturas.
La Ley de Moisés y la Justicia
En la Ley de Moisés, dada en el Monte Sinaí, es claro que los derechos de los individuos se presuponen. «No pervertirás la justicia ni harás acepción de personas; tampoco aceptarás soborno, porque el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte la causa de los justos» (Deuteronomio 16:19, NVI). Nuevamente, los derechos de los individuos se presuponen como primordiales. La Ley Mosaica establece un marco legal que, aunque a menudo se interpreta como restrictivo, en realidad ofrecía una protección sin precedentes para los vulnerables y promovía la equidad en una sociedad antigua. Por ejemplo, la ley exigía la liberación de los esclavos hebreos cada siete años (Deuteronomio 15:12-18), la protección de los extranjeros (Levítico 19:33-34) y la prohibición de la usura contra los pobres (Éxodo 22:25). Estas regulaciones, lejos de ser meras normas sociales, reflejan un profundo respeto por la vida y la dignidad humana.
La Tradición Profética: Un Clamor por la Rectitud
Los profetas demandaron rectitud del pueblo de Dios. Rectitud es un concepto que proviene del lenguaje del Antiguo Testamento. La palabra para recto es zedek. Se aplica a cosas que funcionan bien para su propósito. Por ejemplo, un cuchillo afilado es un cuchillo zedek. La rectitud de una sociedad es la cualidad de la sociedad que la hace funcionar bien, con jueces decidiendo casos típicamente en la puerta de la ciudad. Los que no tienen ley son frustrados. Los indefensos son defendidos. El llamado a la rectitud en toda la tradición profética presupone los derechos humanos. El profeta Amós, por ejemplo, clama:
«Aborrezcan el mal, amen el bien, y establezcan la justicia en la puerta. Quizás el SEÑOR, el Dios de los Ejércitos, tendrá piedad del remanente de José.» (Amós 5:15, NVI)
Este pasaje es un poderoso llamado a la justicia social, que es intrínsecamente ligada a los derechos. Los profetas denunciaron la opresión de los pobres, la corrupción en los tribunales y la explotación de los vulnerables, insistiendo en que la verdadera fe se manifestaba en acciones que protegían los derechos de todos, especialmente de aquellos sin voz.
Ejemplos Bíblicos de Protección de Derechos
La Biblia no solo postula principios, sino que también narra historias que ilustran la defensa de los derechos individuales:
La Viña de Nabot: Un Caso de Abuso de Poder
La historia de la viña de Nabot en 1 Reyes 21 ilustra que la justicia en Israel debía ser para ricos y pobres por igual, y que los reyes poderosos no tenían autoridad para simplemente usurpar lo que pertenecía a otro. Se presuponen nuevamente los derechos de los individuos, sin importar cuán insignificantes fueran en términos de riqueza o estatus. El rey Acab enfrentó la condena del profeta Elías por el crimen de la reina Jezabel de asegurar la viña de un hombre al incriminarlo para que fuera apedreado por un crimen que no cometió. Esta narrativa subraya la inalienabilidad del derecho a la propiedad y la rendición de cuentas, incluso para los monarcas.
La Protección de los Niños: Un Mandato Divino
En la historia del mundo, los niños han sido las personas más vulnerables de todas, sin la fuerza, los medios o el conocimiento para defenderse. En el período del Antiguo Testamento, los cananeos y otros pueblos sacrificaban niños al dios Moloc. Este ídolo estaba hecho de bronce y aparentemente tenía una cámara en su interior donde se encendía un fuego para calentar el metal antes de que el niño fuera colocado en él. Esta práctica estaba estrictamente prohibida para el pueblo de Dios, aunque algunos de ellos cayeron a ese nivel de maldad.

A través de Jeremías, el Señor abordó este pecado:
«Edificaron los lugares altos de Baal en el valle de Ben-Hinom, para ofrecer a sus hijos e hijas a Moloc, cosa que yo no les había mandado, ni me había pasado por la mente que hicieran semejante abominación, con la cual hicieron pecar a Judá.» (Jeremías 32:35, NVI)
La historia de Isaac y Abraham en Génesis 22, a menudo malinterpretada, nunca fue una llamada al sacrificio de niños, ni una justificación para ello. Comienza con una práctica ya existente en el mundo, y demuestra que Dios no desea el asesinato de niños. La Biblia, de hecho, enfatiza la protección de los huérfanos y los indefensos:
«Engordaron y se pusieron lustrosos; sus malas obras no tienen límites. No juzgan con justicia la causa del huérfano, para que prospere, ni defienden los derechos del necesitado.» (Jeremías 5:28, NVI)
Este versículo es una condena rotunda a quienes descuidan la protección de los más débiles, reafirmando la preocupación divina por los derechos de los niños.
La Esclavitud: Un Tema Complejo en el Contexto Bíblico
La esclavitud es una de las peores violaciones de los derechos humanos. Es crucial entender que, en el Antiguo Testamento, no encontramos a Dios ni a la nación llamada por Él celebrando la esclavitud tal como se practicó en otras culturas o en épocas posteriores (como la esclavitud transatlántica). Dentro de Israel, se encontraban siervos por contrato, pero estaban en acuerdos contractuales con sus amos para que se satisficieran sus necesidades básicas y pudieran vivir. El amo no "poseía" al siervo como en la época previa a la Guerra Civil en EE. UU. Además, el año sabático ponía fin a estos arreglos cada séptimo año. Incluso la servidumbre por contrato tenía límites. En Babilonia, los esclavos fugitivos debían ser devueltos a sus dueños bajo pena de muerte si no lo hacían. En contraste, en Israel, la Ley de Moisés prohibía devolver a un esclavo fugitivo (Deuteronomio 23:15-16).
Isaías escribe sobre Ciro el Grande. Se le refiere como el ungido de Dios, es decir, mesías, aunque Ciro ignoraba que Dios lo había tomado de la mano y lo había enviado a hacer cosas maravillosas por Israel (Isaías 45). Este notable conquistador persa puso fin al Imperio babilónico. La ciudad de Babilonia le abrió sus puertas cuando llegó, en lugar de luchar. Ciro hizo cosas inauditas. Liberó esclavos y envió a los pueblos conquistados de vuelta a sus tierras de origen de las que habían sido removidos por la fuerza. El líder ungido de Dios, Ciro, defendió los derechos de los seres humanos. Este es un ejemplo de cómo Dios usó incluso a líderes paganos para cumplir propósitos de justicia y liberación.
Los Derechos de la Mujer: Un Precedente Sorprendente
¿Qué pasa con los derechos de las mujeres en la Biblia? Muchos han criticado a la Biblia por obstaculizar el progreso de las mujeres. La mayoría de ellos nunca han oído hablar de las hijas de Zelofehad, pero su importante historia se encuentra al principio de la Biblia (Números 26-27). En un mundo donde las mujeres eran consideradas propiedad de los hombres, estas cinco hermanas se acercaron a Moisés con una súplica para heredar tierras. Habría sido la tierra asignada a su padre, pero él había muerto sin hijos varones. Moisés escuchó su caso y lo presentó ante el Señor, en lugar de decidirlo él mismo. Fue la decisión del Señor que estas mujeres, de hecho, debían heredar tierras.
Además, si un hombre no tenía hijos varones, su esposa e hijas debían heredar sus posesiones en lugar de sus hermanos. Había más cambios por venir para las mujeres, pero ya en los años inmediatamente posteriores al Éxodo, los derechos de las mujeres estaban siendo reconocidos y establecidos en la Ley. Esto es un testimonio de la visión progresista de la ley bíblica en comparación con las normas de otras culturas antiguas.
El Nuevo Testamento y la Defensa de los Vulnerables
En el mundo del Nuevo Testamento, la joven iglesia no tenía poder para cambiar nada del gobierno del Imperio Romano. Esto incluía la esclavitud, que se practicaba en todo el Imperio Romano. Pero al menos algunos de esos cristianos veían las cosas de manera diferente. Pablo enumera la esclavitud de personas como una de las prácticas terribles contra las cuales Dios estableció la Ley (1 Timoteo 1:10). Los cristianos no poseían esclavos en el mundo romano. Esos primeros cristianos también salvaban a los infantes abandonados, criándolos en sus propios hogares para que pudieran vivir vidas completas y ricas. Valoraban la vida, y podemos ver por sus acciones que presuponían lo que hoy llamamos derechos humanos.
Podríamos desear que hubiera habido victorias más tempranas en el reconocimiento y la defensa de los derechos por parte del pueblo de Dios. Pero los derechos humanos están presuponen en la Biblia, incluso si los humanos a veces han tardado en verlo. Tenemos razones para seguir pensando.
La Advocación Bíblica: Una Llamada a la Acción
Dios nos llama a ser sus embajadores y defensores de los necesitados. La Biblia está llena de versículos en los que Dios nos pide específicamente que hablemos en nombre de otros, así como condenas a las civilizaciones que optaron por no hacerlo, o peor aún, que oprimieron a viudas y huérfanos y se aprovecharon de los trabajadores. ¿Cómo se manifiesta esto en nuestro día? ¿Cómo podemos cumplir el llamado de Dios a hacer justicia y amar la misericordia en nuestra propia época?
Si la defensa secular es pedir a los funcionarios gubernamentales que presten atención a lo que es importante para usted, la defensa bíblica debería recordarles que hagan lo que Dios les ha llamado a hacer. ¿Qué les ha llamado Dios a hacer? Consideremos las historias de defensa a lo largo de la Biblia: piense en Moisés, Daniel y Ester, personas que estuvieron a la altura de las circunstancias (aunque de mala gana) cuando Dios los llamó. Para asegurar la libertad de los israelitas, Moisés usó su conexión con el Faraón para hablar por el pueblo. Daniel habló en nombre de sí mismo, sus amigos y su fe cuando él y sus amigos fueron tomados de su propio pueblo y entregados a un rey y un país que no conocían.

Ester estuvo dispuesta a arriesgarlo todo para salvar a su pueblo. «… iré al rey, aunque sea contra la ley; y si perezco, que perezca» (Ester 4:16, NVI). Al usar su influencia con el rey para abogar por los judíos, puso en juego su recién hallado estatus de reina, e incluso su propia vida. Y funcionó: el rey Asuero escuchó las súplicas de Ester. Ella y su pueblo fueron salvados.
Dios también nos llama a cada uno de nosotros a ser buenos administradores de nuestros dones. Cuando administramos bien ese don, los líderes pueden tomar decisiones que combatan las causas sistémicas de la pobreza, el conflicto y la injusticia. Una voz determinada puede ayudar a cambiar vidas en todo el mundo, y esa voz podría ser la suya.
Versículos Clave sobre la Advocación y la Justicia de Dios
| Pasaje Bíblico | Mensaje Central sobre Derechos y Justicia |
|---|---|
| Proverbios 31:8-9 | «¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! ¡Levanta la voz, juzga con justicia, defiende los derechos de los pobres y de los necesitados!» (NVI) |
| Deuteronomio 16:20 | «Sigue la justicia y solo la justicia, para que vivas y poseas la tierra que el Señor tu Dios te da.» (NVI) |
| Job 5:15-16 | «Él salva al pobre de la espada de su boca; los salva de las garras del poderoso. Así el pobre tiene esperanza, y la injusticia cierra su boca.» (NVI) |
| Salmo 41:1 | «Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo lo librará Jehová.» (RVR60) |
| Isaías 56:1 | «Así dice el Señor: “Mantengan la justicia y hagan lo que es correcto, porque mi salvación está cerca de llegar y mi justicia pronto será revelada.”» (NVI) |
| Jeremías 22:3 | «Así dice el Señor: “Hagan justicia y rectitud. Rescaten de la mano del opresor al que ha sido robado. No hagan daño ni violencia al extranjero, al huérfano ni a la viuda, y no derramen sangre inocente en este lugar.”» (NVI) |
| Amós 5:24 | «¡Pero que la justicia ruede como las aguas, y la rectitud como un arroyo inagotable!» (NVI) |
| Zacarías 7:9 | «Esto es lo que el Señor Todopoderoso dice: “Administren verdadera justicia; muéstrense misericordia y compasión el uno al otro.”» (NVI) |
| Mateo 25:40 | «Y el Rey les responderá: “De cierto les digo que en cuanto lo hicieron a uno de mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron.”» (NVI) |
| Santiago 1:27 | «La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su aflicción, y guardarse sin mancha del mundo.» (NVI) |
| 1 Juan 3:17-18 | «Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.» (RVR60) |
Preguntas Frecuentes (FAQ) sobre los Derechos en la Biblia
¿La Biblia menciona explícitamente el término "derechos humanos"?
No, el término "derechos humanos" como tal es una construcción lingüística y filosófica moderna, que surgió en la Ilustración. Sin embargo, los principios y conceptos subyacentes a los derechos humanos —la dignidad inherente de cada persona, la justicia, la equidad, la protección de los vulnerables y la responsabilidad de los poderosos— están profundamente arraigados y son constantemente defendidos en toda la Biblia, desde Génesis hasta el Apocalipsis. La Biblia proporciona el fundamento teológico y moral para lo que hoy llamamos derechos.
¿La Biblia justifica la esclavitud?
Es fundamental diferenciar la "servidumbre" o "esclavitud" en el contexto bíblico antiguo de la brutal y racialmente motivada esclavitud transatlántica. La Biblia no celebra ni promueve la esclavitud como la conocemos hoy. El sistema bíblico de servidumbre era más akin a un contrato de servidumbre por deuda o un sistema de trabajo forzado con límites estrictos y protecciones. Incluía:
- Límites de tiempo: Los siervos hebreos debían ser liberados cada siete años (Éxodo 21:2; Deuteronomio 15:12).
- Protección legal: Se castigaba severamente el maltrato y la muerte de un siervo (Éxodo 21:20-21).
- Derecho de asilo: Se prohibía devolver a un esclavo fugitivo a su amo (Deuteronomio 23:15-16), una postura radicalmente opuesta a otras leyes antiguas.
- Trato humano: Se ordenaba un trato justo y digno (Deuteronomio 24:14-15).
Aunque no se abolió la institución, la ley bíblica imponía regulaciones que protegían la dignidad y la vida de los siervos de una manera sin precedentes en el mundo antiguo, sentando las bases para el concepto de derechos inherentes incluso en esa condición.
¿Qué papel juegan la justicia y la misericordia en la concepción bíblica de los derechos?
La justicia (mishpat) y la rectitud (zedekah) son pilares centrales en la comprensión bíblica de los derechos. Los profetas bíblicos, en particular, claman por la justicia como un río y la rectitud como una corriente inagotable (Amós 5:24). Esto implica no solo la aplicación imparcial de la ley, sino también la defensa activa de los oprimidos, los pobres, las viudas y los huérfanos. La misericordia (hesed), por su parte, complementa la justicia, impulsando a la compasión y a la acción en favor de aquellos que sufren o son vulnerables. Ambos conceptos son inseparables y esenciales para la visión bíblica de una sociedad que honra la dignidad de cada individuo, reflejando el carácter de Dios.
¿Cómo podemos aplicar estos principios bíblicos sobre los derechos en la sociedad actual?
La aplicación de los principios bíblicos sobre los derechos en la sociedad actual implica varios aspectos:
- Promover la dignidad inherente: Reconocer que cada persona, sin importar su origen, estatus o condición, posee un valor inmenso por haber sido creada a imagen de Dios.
- Abogar por los vulnerables: Levantar la voz en favor de aquellos que no pueden defenderse, como los niños, los ancianos, los migrantes, los discapacitados y los pobres, tal como lo hicieron los profetas y los apóstoles.
- Buscar la justicia social: Trabajar activamente para desmantelar estructuras injustas y promover sistemas equitativos en la legislación, la economía y la sociedad.
- Practicar la misericordia: Extender la compasión y la ayuda práctica a quienes sufren, siguiendo el ejemplo de Jesús de cuidar al "más pequeño de sus hermanos".
- Vivir con integridad: Actuar con honestidad y rectitud en todas nuestras interacciones, siendo un reflejo de los valores divinos de justicia y verdad.
En esencia, se trata de vivir de una manera que refleje el corazón de Dios por la justicia y la compasión, reconociendo que los derechos son un don divino y una responsabilidad humana.
Conclusión: Una Visión Profunda y Atemporal
La Biblia, aunque no emplea el vocabulario moderno de "derechos humanos", es un texto fundamental para comprender la raíz de estos conceptos. Desde la creación del hombre a imagen de Dios, pasando por las leyes mosaicas que protegían a los más débiles, el clamor profético por la justicia social, hasta las enseñanzas de Jesús y los apóstoles sobre el amor al prójimo y la compasión, las Escrituras presentan un marco robusto para la dignidad y el valor inherente de cada ser humano. Estos principios, establecidos hace milenios, han influido profundamente en el desarrollo de la ética y la legislación a lo largo de la historia, demostrando que la preocupación por la vida, la libertad y la justicia no es una invención reciente, sino un eco de la voz divina que resonó desde el principio de los tiempos. La Biblia nos invita a una reflexión continua, a seguir descubriendo y aplicando estas verdades intemporales en un mundo que sigue necesitado de justicia y compasión.
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