12/02/2019
En el vasto universo de la expresión humana, pocas manifestaciones son tan directas y, a la vez, tan profundamente metafóricas como el grafiti. Este arte, nacido de la urgencia y el deseo de comunicar, trasciende la mera pintura para convertirse en un poderoso símbolo de resistencia, identidad y libertad. Es un lenguaje visual que desafía el orden establecido, transformando muros inertes en lienzos vivos que gritan mensajes silenciados. Y es precisamente esta capacidad de ser una metáfora en sí mismo lo que lo convierte en un terreno fértil para la literatura, como lo demostró magistralmente Julio Cortázar en su cuento “Graffiti”.

- El Grafiti como Grito Silencioso: Más Allá de la Pintura
- Cortázar y el 'Grafiti': Un Lienzo de Resistencia y Amor
- El Estilo Cortazariano: Tejiendo Realidades y Símbolos
- La Batalla del Muro: Grafiti como Metáfora de Disidencia
- De las Cuevas Prehistóricas al Asfalto Urbano: La Evolución de una Metáfora Visual
- Preguntas Frecuentes sobre el Grafiti como Metáfora
El Grafiti como Grito Silencioso: Más Allá de la Pintura
El grafiti es, por definición, un modo de expresión artístico que encuentra sus raíces en la cultura de la calle, estrechamente ligado a movimientos como el rap y el break dance. Pero su esencia va mucho más allá de la estética. Se manifiesta con una condición transgresora, extralimitada, destructiva y combativa, forjando así su carácter inherentemente ilegal. No es solo un dibujo; es una declaración.
Óscar, un joven profesor de diseño gráfico, es parte de un colectivo que busca integrar la comunicación y el arte para bombardear a la gente con un tema específico: el “poder mestizo”. Para él, este concepto es una reflexión sobre la mezcla y el mestizaje, una reivindicación visual de nuestra cultura autóctona que abarca tanto las raíces indígenas como la influencia extranjera. Los personajes que crean, algunos tan recurrentes que se han vuelto su firma, son una metáfora de la cotidianidad y la diversidad humana. Óscar busca un equilibrio entre estética y comunicación, fusionando pintura abstracta, figurativa, letras o paisajes con frases potentes como “Haz caso omiso”, “fuerza mestiza” o “cruza las fronteras”. Su objetivo es “enviar un mensaje no adoctrinado pero sí a reflexión”, transformando los muros en una plataforma para el pensamiento crítico.
El grafiti también es una poderosa herramienta para representar ideologías, mensajes y temas de actualidad o interés social, desde la droga y la liberación animal hasta catástrofes humanas como las Torres Gemelas o la guerra de Irak. En Francia, por ejemplo, fue común ver frases arremetiendo contra políticos y pruebas nucleares. En este sentido, cada trazo es una metáfora visual de una postura, una denuncia, una esperanza. Rompe con un orden social, ideológico y estético, liberando represiones individuales y colectivas. Para Óscar, lo que motiva pintar es la convicción de que “la calle es de todos” y que “nosotros tenemos la posibilidad de tomárnosla”, una metáfora de la autonomía y la libertad que todos anhelamos.
Tabla Comparativa: Arte Tradicional vs. Grafiti
| Característica | Arte Tradicional | Grafiti |
|---|---|---|
| Espacio Principal | Galerías, museos, colecciones privadas | Muros urbanos, trenes, espacios públicos |
| Legitimidad | Generalmente legal, reconocido por instituciones | A menudo ilegal, transgresor de la norma |
| Propósito | Estético, contemplativo, comercial, histórico | Expresivo, comunicativo, rebelde, social |
| Durabilidad | Diseñado para perdurar, protegido | Efímero, expuesto a borrado o vandalismo |
| Audiencia | Limitada a quienes acceden a espacios específicos | Masiva, espontánea, accesible a todos |
| Control | Estricto, regulado por curadores y artistas | Autónomo, espontáneo, desafía el control |
Cortázar y el 'Grafiti': Un Lienzo de Resistencia y Amor
Julio Cortázar, maestro de lo fantástico y lo real, supo capturar la esencia metafórica del grafiti en su cuento homónimo. En un contexto de dictadura, donde la comunicación está oprimida, el grafiti se convierte en la única vía posible para que los personajes articulen una respuesta estética y política. Las pinturas abstractas plasmadas en las superficies urbanas no son solo imágenes; son mensajes cifrados, diálogos clandestinos, actos de resistencia silenciosa. La historia narra la interacción entre un hombre y una mujer que se comunican a través de estos grafitis, desarrollando una relación profunda y peligrosa.

Más allá de las pinturas, Cortázar eleva la metáfora al extremo al sugerir que incluso los cuerpos torturados pueden convertirse en representaciones de sufrimiento político. En este sentido, el cuerpo mismo se vuelve un lienzo, una obra de arte involuntaria que grita la injusticia y la represión. La historia es una exploración de cómo la creatividad y el amor pueden florecer incluso bajo las más brutales opresiones, utilizando el arte como un refugio y un arma.
El Estilo Cortazariano: Tejiendo Realidades y Símbolos
El estilo literario de Julio Cortázar es inconfundible y desafiante. Su prosa poética y experimental desafía las estructuras tradicionales, jugando con la sintaxis y la semántica para crear efectos sorprendentes. Una de sus técnicas más destacadas es el empleo del realismo mágico y lo fantástico, donde lo cotidiano se desliza hacia lo surrealista, llevando al lector a territorios desconocidos. Este estilo onírico y absurdo es ideal para explorar la naturaleza metafórica del grafiti, donde lo real (el muro, la pintura) se fusiona con lo simbólico (la resistencia, el mensaje oculto).
Cortázar también es conocido por su uso innovador del tiempo y la estructura narrativa, como en “Rayuela”, donde el lector elige su propio camino. Esta estructura fragmentaria refleja la naturaleza caótica y no lineal de la experiencia humana, un paralelismo con la espontaneidad y la distribución irregular del grafiti en la ciudad. Sus temáticas, como la alienación, la búsqueda de identidad, la naturaleza de la realidad y la percepción, el amor y la soledad, y la crítica política y social, resuenan profundamente con el espíritu del arte urbano. El grafiti, en su obra, es una metáfora de la búsqueda de identidad en un mundo opresivo, un cuestionamiento de la realidad impuesta y una forma de amor y conexión en la soledad del disenso.
La Batalla del Muro: Grafiti como Metáfora de Disidencia
El grafiti tiene una esencia inherentemente ilegal. Históricamente, desde el siglo XIV, la pared ha sido uno de los principales soportes de la producción artística. Sin embargo, en la actualidad, este espacio no es libre, sino “clausurado por el poder que históricamente se ha reservado su usufructo”. Por eso, el fenómeno espontáneo del grafiti es interpretado como una amenaza, una transgresión. La ley prohíbe el libre acceso al “mayor lienzo del mundo”, y precisamente por eso, este se ha llenado de trazos incontrolables, extendiéndose a todo tipo de superficies, convirtiéndose en una metáfora de la desobediencia civil.
Esta batalla no es solo con las autoridades, sino también con la propia sociedad y los medios de comunicación, que a menudo se vuelven en contra de los graffiteros. Las brigadas anti-grafiti y las campañas de concientización intentan demonizar las pintadas, lo que a su vez hace que los artistas se vuelvan más territoriales y agresivos. Óscar aclara que el problema no es explícitamente con la policía, sino con la “naturaleza y la mentalidad policíaca” que impera en muchos ciudadanos. La policía es el “aparato represor del estado”, pero son muchos los ciudadanos que, al responder al sistema, actúan como “policías” sin necesidad de uniforme. Esta dinámica es una metáfora de la confrontación entre el control establecido y el deseo de expresión individual.

Para los graffiteros, la ilegalidad no es siempre un obstáculo, sino a veces un atractivo. “Es como un ritual de tomarse los espacios sin tanta mediación”, explica Óscar. Es el placer de desobedecer una norma, de actuar de forma libre, de salir del marco preestablecido y convertir los signos en “violencia visual hacia el poder”. Esta acción es una metáfora de la autonomía personal y la capacidad de desafiar las imposiciones, transformando el acto de pintar en un gesto político y liberador.
De las Cuevas Prehistóricas al Asfalto Urbano: La Evolución de una Metáfora Visual
La historia de la pintura mural se remonta a la época prehistórica, con las primeras muestras en cuevas. Sin embargo, la modalidad del grafiti urbano, tal como la conocemos hoy, se inicia a finales de los años 60 en Nueva York, con jóvenes como Demetrius, conocido como Taki 183, quien empezó a escribir su apodo y el número de su calle en autobuses y estaciones de metro. Esta simple firma fue la semilla de un movimiento global.
En Bogotá, el grafiti empieza en los años ochenta con las “pintas”, menos elaboradas pero igualmente cargadas de un mensaje de protesta e inconformismo. Luego, llega el estilo cercano al hip hop, rap y break dance, con dibujos de letras y un carácter más territorial, concentrándose en zonas donde el hip hop tenía mayor presencia, como el centro, Suba, Las Cruces y Soacha. A mitad de los noventa, emerge una tendencia donde la técnica cede protagonismo al mensaje, acompañada de carteles, stickers y esténcil con conciencia política. A finales de los noventa, el boom del hip hop da paso al arte urbano, consolidando al grafiti como una forma de expresión reconocida.
Desde las sencillas firmas de Taki, los tags evolucionaron a formas como Bubble Letters y estilos complejos como el Wild Style. El grafiti ha pasado por diversas etapas, influenciadas por factores externos y la actitud de sus integrantes, moldeando el carácter del movimiento en cada lugar y momento. Esto demuestra cómo la metáfora visual del grafiti se adapta y evoluciona, manteniendo su esencia de comunicación directa y sin filtros.

Toma prestados elementos de la iconografía popular como el cómic o los cartoons, y percibe ecos publicitarios muy fuertes, especialmente de los grandes carteles y marcas. Otra influencia directa es el tatuaje, visible en la representación de tribales, simetrías, personajes y el uso de colores vivos y planos. Esta amalgama de influencias convierte cada pieza en una compleja metáfora cultural.
Los rotuladores y aerosoles han sido los medios por excelencia, desde los míticos Pilot hasta los Edding, con sus diversas boquillas. Pero también se han usado velas, tizas, piedras o incluso ácidos para dejar marca. Cada herramienta es una extensión de la voluntad del artista, una forma de grabar su metáfora en el mundo.
La motivación de cada graffitero es particular. Desde el punto de vista de Óscar, es porque “tengo el derecho y porque hay mucho que expresar”. Considera que, si a diario estamos bombardeados con publicidad comercial en las calles y medios, también se puede intervenir en este espacio público que supuestamente es de todos, pero que muy pocos se atreven a tomarse. Es una metáfora de la democratización del espacio público y la voz del pueblo.
Preguntas Frecuentes sobre el Grafiti como Metáfora
- ¿Cómo utiliza Julio Cortázar el grafiti como metáfora en su cuento?
- Cortázar lo utiliza como una metáfora de la comunicación y la resistencia bajo la opresión de una dictadura. Las pinturas abstractas y los cuerpos torturados de los personajes se convierten en un lenguaje secreto para expresar sufrimiento político y amor, desafiando el control y la censura.
- ¿Qué significa que el grafiti rompe con un orden social, ideológico y estético?
- Significa que el grafiti desafía las normas establecidas sobre qué es arte, dónde debe exhibirse y quién tiene derecho a usar el espacio público. Al ser a menudo ilegal y espontáneo, subvierte las jerarquías y los códigos de conducta, convirtiéndose en una metáfora de la disidencia y la libertad de expresión.
- ¿Por qué el grafiti es considerado una metáfora de la autonomía y la libertad?
- El grafiti representa la autonomía porque permite a los artistas tomar posesión de espacios públicos sin permiso, expresando ideas sin mediación institucional. El acto de desobedecer las normas y transformar un muro en un lienzo propio es una metáfora de la capacidad humana para ser autónomo y libre, incluso frente a la represión.
En resumen, el grafiti es mucho más que un simple dibujo en una pared; es una metáfora viva de la expresión humana en su estado más puro y rebelde. Desde las cuevas prehistóricas hasta los murales contemporáneos, ha sido un vehículo para contar historias, desafiar el poder y reclamar espacios. Julio Cortázar, con su genio, elevó esta metáfora a la literatura, mostrándonos cómo en el arte más efímero y transgresor puede residir la esencia más profunda de la resistencia y la condición humana. Es un recordatorio de que, incluso en los tiempos más oscuros, la creatividad siempre encontrará una pared donde dejar su marca, una metáfora de la inextinguible necesidad de la voz.
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