23/06/2018
Una de las frases más enigmáticas y desafiantes atribuidas a Jesús, que ha intrigado a teólogos y creyentes durante siglos, es sin duda aquella que compara la dificultad de un camello para pasar por el ojo de una aguja con la entrada de un rico al Reino de Dios. Esta poderosa imagen, presente en los evangelios sinópticos, ha generado múltiples interpretaciones, algunas de ellas convertidas en leyendas populares. Pero, ¿cuál es el verdadero sentido detrás de esta aparente imposibilidad? Acompáñanos en un viaje a través del tiempo y las escrituras para desentrañar el significado profundo de esta metáfora, su contexto histórico y la relevancia que aún conserva para nuestra comprensión de la fe y las riquezas.
- El Origen de un Dicho Inquietante: El Encuentro con el Hombre Rico
- Desmintiendo Mitos: La Ficción de la "Puerta del Ojo de la Aguja"
- Otra Teoría Descartada: ¿"Camello" o "Soga Gruesa"?
- La Verdadera Naturaleza de la Metáfora: La Hipérbole de Jesús
- El Mensaje Radical: Riqueza y el Reino de Dios
- La Doctrina del Desprendimiento en el Mundo Actual
- La Metáfora del Camello y la Aguja en Otras Tradiciones
- Tabla Comparativa de Interpretaciones Comunes y sus Refutaciones
- Tabla Comparativa: El Rico en los Evangelios Sinópticos
- Preguntas Frecuentes (FAQ)
El Origen de un Dicho Inquietante: El Encuentro con el Hombre Rico
La célebre frase sobre el camello y el ojo de la aguja no surge de la nada; es la culminación de uno de los episodios más conmovedores y, a la vez, tristes del evangelio. El relato se encuentra en los tres evangelios sinópticos – Mateo (19,16-24), Marcos (10,17-25) y Lucas (18,18-25) – y narra el encuentro de Jesús con un hombre que buscaba la vida eterna. Según el evangelio de Marcos, este hombre se acercó a Jesús con una genuina inquietud, llamándolo "Maestro bueno" y arrodillándose ante él, lo que denotaba un profundo respeto y aprecio. Sus antecedentes eran impecables: había cumplido todos los mandamientos desde su infancia, un detalle que lo destacaba entre muchos. La pregunta que le planteó a Jesús era de vital importancia: "¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?".
La respuesta de Jesús no fue un reproche, sino una invitación radical. El evangelista Marcos incluso subraya el amor especial que Jesús sintió por él: "Fijó en él su mirada y lo amó" (Mc 10,21), una expresión que no se usa para ninguna otra persona en los evangelios. Todo parecía indicar un desenlace positivo. Sin embargo, la historia tomó un giro inesperado. Jesús le pidió al hombre que diera un paso más allá de la observancia de la ley: "Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme". Fue esta petición la que cambió el curso del encuentro. El hombre, que tenía muchos bienes, se marchó entristecido y no volvió nunca más. Su apego a sus posesiones materiales fue más fuerte que su deseo de seguir a Jesús, marcando un punto de inflexión que provocó la inolvidable declaración de Jesús a sus discípulos: "¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!… Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de Dios".
Desmintiendo Mitos: La Ficción de la "Puerta del Ojo de la Aguja"
Ante la aparente imposibilidad de la metáfora de Jesús, una de las explicaciones más extendidas y populares, especialmente en círculos religiosos, es la que sugiere la existencia de una puerta estrecha en Jerusalén, conocida como el "Ojo de la Aguja". Según esta teoría, esta pequeña entrada se encontraba junto a la gran puerta principal de la ciudad y solo se utilizaba de noche, cuando la puerta mayor estaba cerrada. Se afirmaba que los camellos, para poder atravesarla, debían ser despojados de su carga y arrodillarse, simbolizando así el acto de humildad y desprendimiento que un rico debía realizar para entrar en el Reino de Dios. Esta interpretación ha sido defendida por algunos exegetas y se ha convertido en una enseñanza atractiva para los predicadores, debido a su riqueza didáctica.
No obstante, por muy ingeniosa y simbólica que parezca, esta explicación carece de fundamento y presenta varias dificultades insalvables. En primer lugar, la anatomía de un camello no le permite avanzar o arrastrarse sobre sus rodillas de la manera que esta teoría sugiere. Los camellos pueden arrodillarse, pero no caminar en esa posición a través de un pasaje estrecho. En segundo lugar, y quizás lo más importante, es la ausencia total de evidencia arqueológica o histórica que respalde la existencia de una puerta con ese nombre o esas características en Jerusalén o en cualquier otra ciudad amurallada del Oriente en tiempos de Jesús. A pesar de exhaustivas investigaciones, no se han encontrado registros documentados ni restos físicos que la confirmen. Se trata, pues, de una hermosa historia para predicar, pero que carece de veracidad histórica.
La tercera dificultad reside en los propios evangelios. Si Mateo, Marcos y Lucas se hubieran referido a una puerta específica y conocida, es lógico pensar que habrían utilizado el mismo término para designarla. Sin embargo, para hablar del "ojo" de la aguja, Mateo emplea la palabra griega trýpema, Marcos utiliza trymaliá, y Lucas, tréma. De manera similar, para referirse a la "aguja", Marcos y Mateo usan rafís (aguja de coser), mientras que Lucas emplea belóne (la aguja que los médicos usaban en cirugías). Esta diversidad de sinónimos demuestra claramente que los evangelistas no estaban aludiendo a una puerta determinada, sino al pequeño orificio de una aguja común y corriente, sea esta de coser o médica. El lector, de todos modos, habría comprendido la idea de un agujero diminuto. Se sabe que esta ingeniosa interpretación de la "puerta" surgió en la época medieval, siendo mencionada por primera vez por monjes como Pascasio Radberto (s. IX) y Anselmo de Laón (s. XI), y popularizada más tarde por figuras como Tomás de Aquino (s. XIII) y G. Nugent (s. XIX), quien la oyó en Hebrón y la relacionó con la frase de Jesús.
Otra Teoría Descartada: ¿"Camello" o "Soga Gruesa"?
Una segunda interpretación, propuesta por algunos exegetas, busca suavizar la dureza de la frase de Jesús al sugerir un error de copiado en los manuscritos bíblicos. Según esta teoría, la palabra griega original no era kámelos ("camello"), sino kámilos ("soga" o "cable"), refiriéndose a las cuerdas gruesas utilizadas para amarrar barcos a los muelles. La dificultad de hacer pasar una soga gruesa por el ojo de una aguja sería, entonces, el verdadero sentido de la comparación. Esta interpretación parece tener un cierto apoyo en algunos manuscritos tardíos de Mateo (como el manuscrito nº 579, del siglo XIII), donde efectivamente aparece la palabra kámilos.
El obispo Cirilo de Alejandría (s. V) fue uno de los primeros en sugerir esta lectura en su Comentario a Lucas, y desde entonces, muchos exegetas modernos como G. Lamsa (1933) y M. Simonetti (2002) se han adherido a ella. Sin embargo, esta explicación también enfrenta una dificultad insalvable: los manuscritos más antiguos y fiables del Nuevo Testamento, aquellos que están más cerca de los originales, traen consistentemente la palabra kámelos ("camello"). La variante kámilos ("soga") solo comienza a aparecer a partir del siglo XI en algunos textos, lo que sugiere que se trata de una enmienda posterior, probablemente realizada por copistas que intentaban hacer más tolerable la aparentemente extrema declaración de Jesús sobre los ricos. Además, kámilos es un término raro y tardío, que no era de uso común en los tiempos del Nuevo Testamento. Por lo tanto, no puede considerarse la lectura original y auténtica de la frase.
La Verdadera Naturaleza de la Metáfora: La Hipérbole de Jesús
Habiendo refutado las interpretaciones de la "puerta" y la "soga", la conclusión ineludible es que, cuando Jesús pronunció la frase, se refería literalmente a una aguja de coser o médica y a un camello real. La clave para entender esta expresión radica en el estilo retórico de Jesús. Él era un maestro en el uso de hipérboles, es decir, expresiones exageradas o paradójicas, comunes en el lenguaje oriental de la época. Su objetivo no era presentar una imposibilidad lógica o física que pudiera ser "resuelto" por una puerta o un cambio de palabra, sino crear una imagen tan absurda y chocante que se grabara indeleblemente en la mente de su audiencia. Eligió el animal más grande y voluminoso que los judíos veían a diario (el camello) y lo comparó con el agujero más pequeño y diminuto que existía (el ojo de una aguja), para ilustrar una idea de extrema dificultad, casi una imposibilidad.
Este recurso literario era una de las herramientas predilectas de Jesús para enfatizar sus enseñanzas. Podemos encontrar numerosos ejemplos de hipérboles en sus discursos:
- Cuando critica la hipocresía de los fariseos, les dice: "¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito y se tragan el camello!" (Mt 23,24). Esta frase es un sarcasmo, ya que los fariseos filtraban sus bebidas para no ingerir insectos impuros, pero con su injusto comportamiento, pasaban por alto faltas mucho más graves, como si se tragaran el animal impuro más grande.
- De manera similar, cuando habla de la ceguera espiritual, señala que hay quienes ven "la paja en el ojo ajeno, pero no ven la viga en su propio ojo" (Mt 7,3-4).
- Para ilustrar el poder de la fe, afirma que si uno tiene fe, puede "trasladar una montaña" (Mc 11,23).
- En un llamado a la radicalidad moral, dice que si uno peca con su mano derecha, debe "cortársela y arrojarla lejos" (Mt 5,30).
- Y para enfatizar la permanencia de la Ley, declara que es más fácil que se "derrumba el universo, antes de que desaparezca un acento de la Ley de Moisés" (Lc 16,17).
En todos estos casos, Jesús emplea una exageración deliberada, propia del lenguaje oriental, a la que no hay que buscarle una lógica literal o coherencia física. El propósito es generar un impacto, provocar la reflexión y subrayar la magnitud de la verdad que se desea transmitir. Así, la frase del camello y la aguja no significa que sea literalmente imposible, sino que es extraordinariamente, humanamente, difícil.
El Mensaje Radical: Riqueza y el Reino de Dios
Ahora que hemos aclarado el significado de la frase de Jesús, volvamos al contexto evangélico del encuentro con el hombre rico. Cada evangelista sinóptico, en su propia versión, añade matices significativos que refuerzan la enseñanza central. Según Marcos, el que se acerca a Jesús es simplemente "uno" (Mc 10,17), descrito como "muy rico" (Mc 10,22) y que "se alejó" (Mc 10,22) entristecido. Mateo, por su parte, lo transforma en un "joven" (Mt 19,20), quizás porque en su época eran los jóvenes quienes a menudo abandonaban sus bienes para seguir a Jesús. Mateo también añade que la renuncia a los bienes era "para ser perfecto" (Mt 19,21), lo que en la historia de la Iglesia llevó a interpretaciones de dos clases de cristianos: los "perfectos" (monjes, sacerdotes) y los "comunes".
Lucas, en su versión, identifica al interlocutor como un "principal" (Lc 18,18), es decir, un personaje importante de la comunidad, acentuando su posición social. También intensifica la exigencia de Jesús: mientras Marcos y Mateo piden que deje "lo que tiene", Lucas pide que deje "todo lo que tiene" (Lc 18,22). Además, Lucas describe al hombre como "sumamente rico" (Lc 18,23) y, de forma sorprendente, sitúa la frase del camello y la aguja dirigiéndola directamente al hombre rico (Lc 18,24), no solo a los discípulos. Esto sugiere que el rico representaba a alguien dentro de la comunidad cristiana que, a pesar de su conducta recta, no había tomado en serio el mandato evangélico de compartir sus bienes. A pesar de estas diferencias, todos los evangelistas coinciden en un punto crucial: la gran dificultad, casi imposibilidad, para los ricos de entrar en el Reino de Dios.
Pero, ¿por qué Jesús fue tan estricto con aquel hombre acaudalado? ¿Estaba mal tener dinero para Jesús? La respuesta es sí, en el contexto de su predicación y su visión del Reino de Dios. Jesús anunciaba la inminente llegada del Reino de Dios (Mc 1,15; 9,1; 13,30). Con tan poco tiempo antes de su advenimiento, para Jesús, no tenía sentido acumular bienes y riquezas terrenales. La prioridad era preparar el corazón para el nuevo mundo que se avecinaba, un mundo donde las prioridades serían radicalmente distintas a las del sistema actual. Así se entienden muchas de sus frases, que hoy nos parecen extremas: "El que no renuncie a todos sus bienes no puede ser discípulo mío" (Lc 14,33); "Vete, vende lo que tienes y dáselo a los pobres; luego ven y sígueme" (Mc 10,21); o la famosa advertencia: "No amontonen riquezas en la tierra, donde la polilla y la herrumbre las carcomen y los ladrones abren boquetes y las roban" (Mt 6,19-20). Jesús también tildaba de necio al que "atesora riquezas para sí, y no se enriquece ante Dios" (Lc 17,21).
Estas frases no eran simples consejos opcionales, sino mandatos que debían cumplirse literalmente, entendidos en el horizonte de la próxima llegada del Reino de Dios. Este Reino, además de inminente, se concebía como el fin de los sufrimientos y el inicio de una nueva época de prosperidad, bienestar y abundancia para todos, un gran banquete donde nadie pasaría hambre ni necesidad. "Felices los que tienen hambre, porque serán saciados; felices los que lloran, porque reirán" (Lc 6,21). En este contexto, la acumulación de riquezas era una insensatez, pues el futuro prometía abundancia para todos sin necesidad de acumulación individual.
La Doctrina del Desprendimiento en el Mundo Actual
Las exigencias de Jesús para sus seguidores eran radicales: no usar dinero (Mc 6,8), andar solo con lo puesto (Mc 6,9), no reclamar lo prestado (Lc 6,34), y dar a cuantos pidieran (Lc 6,30). Hoy, estos mandatos, tomados al pie de la letra, resultarían prácticamente inaplicables y llevarían a la ruina a quien intentara seguirlos. La razón es que solo se comprenden plenamente dentro del contexto histórico de la predicación de Jesús, que tenía como horizonte la inminente llegada de un Reino con recompensas materiales y una nueva estructura social. Sin embargo, aunque el contexto histórico ha cambiado y los seguidores de Jesús enfrentan otras circunstancias y necesidades, la advertencia de fondo que él hizo sigue siendo profundamente válida: "Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero" (Mt 6,24).
En un mundo empobrecido, donde millones de personas carecen de lo básico para vivir dignamente, donde el desempleo, la explotación infantil y el abandono de ancianos son realidades palpables, la acumulación desmedida de riquezas sigue siendo un despropósito moral y espiritual. El creyente actual, aunque no se le exija vender absolutamente todo lo que tiene, sí está llamado a aprender a mitigar heridas con sus bienes, sean estos pocos o muchos. La enseñanza de Jesús nos invita a una profunda reflexión sobre nuestra relación con el dinero y las posesiones, recordándonos que no son un fin en sí mismos, sino herramientas que pueden ser utilizadas para construir un mundo más justo y solidario. Como bien lo expresó Mahatma Gandhi, con no menos dureza que Jesús: "El que tiene algo que le sobra y no necesita, es un ladrón". La parábola del camello y el ojo de la aguja, lejos de ser una curiosidad histórica, es un llamado perenne a la humildad, el desprendimiento y la solidaridad.
La Metáfora del Camello y la Aguja en Otras Tradiciones
Curiosamente, la imagen de un animal grande pasando por un agujero minúsculo no es exclusiva del cristianismo. Esta potente metáfora para expresar lo imposible o lo extremadamente difícil aparece en otras tradiciones religiosas y culturales, lo que subraya su universalidad como figura retórica.
En el Judaísmo
El Talmud babilónico, una de las obras centrales del judaísmo rabínico, contiene una expresión similar para referirse a pensamientos inconcebibles. Para explicar que los sueños revelan los pensamientos profundos del corazón humano, algunos rabinos decían: "No muestran a un hombre una palmera de oro, ni un elefante pasando por el ojo de una aguja". La imagen del elefante, un animal de gran tamaño, en lugar del camello, sirve al mismo propósito de ilustrar una imposibilidad. Además, un midrash sobre el Cantar de los Cantares utiliza la frase para hablar de la inmensa capacidad de Dios para la salvación de un pecador: "El Santo, bendito sea, dijo: ábreme una puerta tan grande como el ojo de una aguja y yo te abriré una puerta por la que puedan entrar tiendas y camellos". Esto muestra la misma idea de desproporción para enfatizar un milagro divino. Rav Sheishet de Nehardea también aplicó un aforismo similar a la sutileza de los sabios de Pumbedita: "¿Eres de Pumbedita, donde hacen pasar un elefante por el ojo de una aguja?".
En el Islam
La metáfora también encuentra su lugar en el Corán, el libro sagrado del Islam. En el capítulo 7, versículo 40 (Surah Al-A'raf), se dice: "Ciertamente, a aquellos que desmienten Nuestros signos y se comportan con arrogancia hacia ellos, no se les abrirán las puertas del cielo, ni entrarán en el Jardín [Paraíso] hasta que un camello pase por el ojo de una aguja. Así retribuimos a los malhechores". Aquí, la imposibilidad de que un camello pase por el ojo de una aguja se utiliza para enfatizar la absoluta imposibilidad de entrada al Paraíso para aquellos que niegan los signos de Dios con arrogancia. Al igual que en algunas interpretaciones cristianas, en árabe, la palabra jamal (camello) también puede traducirse como "cuerda retorcida" o "cable", lo que añade una capa adicional de significado, aunque el sentido de la imposibilidad se mantiene.
La presencia de esta metáfora en estas tres grandes tradiciones abrahámicas subraya su poder y relevancia como una figura retórica universal para comunicar una verdad profunda sobre la dificultad de ciertas acciones o el contraste entre lo mundano y lo espiritual.
Tabla Comparativa de Interpretaciones Comunes y sus Refutaciones
| Interpretación | Argumento Principal | Refutación Clave |
|---|---|---|
| La "Puerta del Ojo de la Aguja" | Puerta estrecha en Jerusalén donde camellos pasaban arrodillados sin carga. | No hay evidencia arqueológica ni histórica; anatomía del camello no lo permite; sinónimos variados de "ojo" y "aguja" en griego. |
| Error de Copiado: "Soga" en lugar de "Camello" | La palabra original era kámilos (soga gruesa) y se copió erróneamente como kámelos (camello). | Manuscritos más antiguos y fiables usan kámelos; kámilos es una enmienda tardía y un término raro. |
| Hipérbole (Exageración) | Jesús utiliza una figura retórica para enfatizar lo extremadamente difícil o imposible. | Consistente con el estilo de Jesús de usar paradojas y exageraciones para impactar y grabar sus enseñanzas. |
Tabla Comparativa: El Rico en los Evangelios Sinópticos
| Aspecto | Marcos (Mc 10,17-25) | Mateo (Mt 19,16-24) | Lucas (Lc 18,18-25) |
|---|---|---|---|
| Identidad del hombre | "Uno" | "Joven" | "Principal" (personaje importante) |
| Riqueza | "Muy rico" | "Muchos bienes" | "Sumamente rico" |
| Exigencia de Jesús | "Deja lo que tienes" | "Deja lo que tienes para ser perfecto" | "Deja todo lo que tiene" |
| A quién se dice la frase | A los discípulos | A los discípulos | Al hombre rico directamente |
| Interpretación adicional | Se alejó entristecido. | Dio lugar a la idea de "cristianos perfectos". | Subraya la resistencia de personas rectas de la comunidad cristiana a compartir. |
Preguntas Frecuentes (FAQ)
- ¿Es imposible para un rico entrar al Reino de Dios según la frase de Jesús?
- La frase de Jesús es una hipérbole, una exageración retórica para enfatizar lo extremadamente difícil. No significa que sea literalmente imposible, sino que las riquezas pueden ser un obstáculo tan grande que, humanamente, es casi insuperable. Jesús añade que "para los hombres es imposible, mas para Dios todo es posible" (Mt 19,26), sugiriendo que solo con la gracia divina se puede superar este apego.
- ¿Significa que todo cristiano debe renunciar a todas sus posesiones?
- Los mandatos literales de Jesús a sus primeros discípulos deben entenderse en el contexto de la inminente llegada del Reino de Dios en su tiempo. Hoy, la exigencia no es necesariamente una renuncia literal a todas las posesiones para todos, sino una actitud de desapego y una disposición a usar los bienes para el bien común, la justicia y la mitigación de la pobreza. El mensaje central es que el dinero no debe ser nuestro señor ni el centro de nuestra vida, sino un medio para servir a Dios y al prójimo.
- ¿Por qué Jesús usaba metáforas tan extrañas como esta?
- Jesús era un maestro que utilizaba un lenguaje vívido y memorable. Las hipérboles y paradojas eran herramientas comunes en el lenguaje oriental para captar la atención de su audiencia, provocar la reflexión y grabar sus enseñanzas de manera impactante. Al comparar algo tan grande como un camello con algo tan pequeño como el ojo de una aguja, creaba una imagen absurda que forzaba a la gente a pensar profundamente en el mensaje subyacente.
- ¿Hay alguna referencia a esta frase fuera de la Biblia?
- Sí, la metáfora de un animal grande pasando por un agujero diminuto aparece en otras tradiciones. En el judaísmo, el Talmud hace referencia a un "elefante pasando por el ojo de una aguja". En el Islam, el Corán (7:40) también utiliza la imagen de un camello pasando por el ojo de una aguja para ilustrar la imposibilidad de que los arrogantes entren al Paraíso. Esto demuestra la universalidad de esta figura retórica para expresar una dificultad extrema.
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