¿Qué es la función fálica?

El Falo: De Símbolo Ancestral a Concepto Lacaniano

06/12/2022

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El concepto de “falo” es uno de los más ricos y complejos en la historia del pensamiento humano, trascendiendo su mera connotación biológica para convertirse en un potente símbolo cultural, religioso y, en el ámbito psicoanalítico, un pivote fundamental para entender el deseo y la constitución subjetiva. Lejos de reducirse al órgano masculino, el falo se erige como una metáfora multifacética, un significante cargado de sentido que ha permeado desde las más antiguas civilizaciones hasta las teorías más vanguardistas del siglo XX.

¿Qué es una metáfora fálica?
Se trata de cualquier objeto que se asemeje visualmente a un pene o cosas similares, refiriéndose a estos símbolos como «algo fálico». El uso o culto de estos símbolos se suele denominar falismo, neologismo aún no recogido por la Real Academia Española.
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El Símbolo Fálico: Raíces Históricas y Culturales

Desde tiempos inmemoriales, el símbolo fálico ha estado intrínsecamente ligado a los conceptos de virilidad, fecundidad y poder. Su presencia es un testimonio de la profunda conexión que las culturas antiguas establecían entre la capacidad generativa del cuerpo masculino y la fuerza vital de la naturaleza. Derivado del latín phallus y este del griego φαλλός, este término se refiere a cualquier objeto que visualmente evoque la forma del pene o elementos similares, siendo el “falismo” el neologismo que describe el uso o culto de estos símbolos, aunque aún no reconocido por la Real Academia Española.

En el vasto panorama arqueológico y antropológico, encontramos innumerables representaciones fálicas estilizadas. Los obeliscos, imponentes monumentos alargados y erectos, son considerados por muchos como símbolos fálicos que aluden a la autoridad y la fertilidad. De manera similar, el pilar Djed egipcio, aunque asociado a la resurrección, comparte con los obeliscos un simbolismo de verticalidad y poder. Los menhires, piedras erguidas prehistóricas, también se inscriben en esta lectura. Incluso la imagen de las serpientes, presentes en mitologías como Kukulkán, Renenutet o Kundaliní, a menudo porta connotaciones fálicas, simbolizando la energía vital y transformadora. De hecho, la Kundaliní en el yoga hindú es una alegoría de la Śakti, la fuerza vital latente que, al ser “despertada”, permite una palingenesia o samādhi.

Uno de los hallazgos más antiguos y significativos es el “falo de Hohle Fels”, descubierto en una cueva alemana en 2005. Con una antigüedad aproximada de 28.000 años, este objeto de la Edad de Piedra es una prueba contundente de la presencia y relevancia del simbolismo fálico desde los albores de la humanidad.

Manifestaciones Culturales y Religiosas del Símbolo Fálico

La universalidad del símbolo fálico se manifiesta en diversas culturas y religiones a lo largo de la historia:

Shivaísmo (India)

En la India, el lingam (o linga) es un símbolo central en la religión shivaísta, representando al dios hindú Shivá. Su uso es una tradición ancestral, y algunos estudiosos sugieren que su culto se origina en la cultura del valle del Indo y en la adoración fálica de culturas prehistóricas. Frecuentemente, el lingam se presenta junto al ioni, símbolo que representa el órgano sexual femenino, en una unión que encarna la creación y la totalidad cósmica.

Grecia Antigua

En la religión griega tradicional, Hermes, antes de ser el dios mensajero que conocemos, era una deidad fálica asociada a la fertilidad masculina. Esta conexión explica las características de su descendiente Pan, a menudo representado con una erección constante, y del dios Príapo, quien también encarnaba estos atributos de fertilidad y potencia sexual.

Escandinavia Antigua

El dios nórdico Freyr es otra deidad fálica que simboliza la fertilidad y el amor masculinos. Una figurilla descubierta en Suecia muestra a Freyr con un órgano erguido, una representación confirmada por las descripciones de Adán de Bremen sobre la estatua de Freyr en el templo de Upsala. Incluso existe un mito, el Völsa þáttr, que narra la historia de una familia noruega que rendía culto al pene disecado de un caballo, destacando la profunda reverencia hacia este símbolo de vitalidad.

Roma Antigua y Países Latinos

En la antigua Roma, las figurillas fálicas no solo se usaban como joyas, sino que se les atribuía un efecto apotropaico, es decir, la capacidad de alejar el mal de ojo y atraer la buena suerte. Esta creencia perdura en ciertas culturas italianas actuales, especialmente en el Mezzogiorno, a través del cornicello o corno napolitano, un amuleto con forma de cuerno o flama que, por su similitud y asociación con la virilidad, mantiene esta función protectora. De manera similar, la palabra latina vir (vires), de la que derivan términos como “vigor”, significaba originalmente “falo”. En España, los amuletos y gestos manuales llamados “higa” también comparten esta herencia simbólica.

Japón

Incluso hoy en día, Japón celebra el Kanamara Matsuri en la ciudad de Kawasaki, un festival sintoísta con un aspecto ritual similar a los antiguos carnavales romanos. En esta festividad, se celebra el falo, representado directamente en esculturas o en alimentos con forma de pene humano, como símbolo de fuerza, vigor, fertilidad y buena suerte, mostrando la pervivencia del simbolismo fálico en la contemporaneidad.

Cristianismo

Aunque el cristianismo, con su énfasis en la abstinencia sexual y la prohibición de la idolatría pagana, no adora ni venera el falo, a nivel popular y laico existen en algunas regiones las “dulías de los santos fálicos”. Estos santos, calificados así desde la antropología, son considerados propiciadores de la fecundidad, revelando una persistencia de la asociación fálica con la fertilidad a pesar de las doctrinas oficiales.

El Falo en el Psicoanálisis Lacaniano: Más Allá del Órgano

La perspectiva de Jacques Lacan sobre el falo revoluciona su comprensión, despojándolo de su anclaje biológico para elevarlo a la categoría de un concepto puramente simbólico y funcional. Para Lacan, el falo no es el órgano sexual masculino, sino un significante central en la estructuración del sujeto, del deseo y de la relación con el Otro.

La Función Fálica: La Lógica del Deseo

La función fálica, según Lacan, es una lógica que rige para “todos”, es decir, para la humanidad en general. No obstante, en su negación para un hombre, posibilita el acceso a la alteridad del cuerpo femenino. Para una mujer, le permite ser habitada por un goce que trasciende las limitaciones imaginarias impuestas por las “medidas fálicas”. Lacan toma como modelo la función lógica de Frege para articular esta idea, donde Φ(x) representa a los seres que se ordenan bajo esta función, es decir, que están afectados por la castración simbólica. La función fálica, por tanto, formula la castración generalizada, dejando al objeto “a” su función de semblante “a-sexuado” de goce sustitutivo. Si bien esta función sitúa al sujeto en relación al goce sexual, no implica un dualismo estricto hombre/mujer, sino más bien opciones y “semblantes” de identificaciones sexuadas.

El goce fálico, en este sentido, es un goce que parodia el goce efectivo, aquel que permanece ajeno al discurso y que sería el goce de la relación sexual, si esta existiera. El falo, en Lacan, es el que causa y al mismo tiempo oculta la no-existencia de la relación sexual, siendo un semblante que apunta hacia lo real de esta imposibilidad.

El Significante Fálico (Falo Simbólico): El Motor del Deseo

El falo simbólico es, para Lacan, el significante por excelencia del deseo. Su función es constante: dar razón del deseo. Esto implica que cualquier otro significante que sea “tocado” por la dimensión del significante fálico adquirirá la connotación del deseo. En la teoría lacaniana, un significante por sí mismo no significa nada; solo opera en relación con al menos otro significante, formando una cadena.

Cuando Lacan afirma que el falo es el significante del deseo, se refiere a que todo lo que se vincula con el falo lo hace en relación con la dimensión del deseo. La pregunta central que lo activa es: “¿Qué desea el otro sujeto de mí?”. Del desfase entre lo que el otro realmente desea y la interpretación que el sujeto hace de ese deseo, nace su propio deseo, un deseo móvil que busca constantemente atrapar el deseo del otro. Aquello que se supone que le falta al otro, aquello que el otro desea, recibe la denominación técnica de “falo”.

Es crucial entender que cualquier interpretación sexual del falo en este contexto es una vulgarización que pervierte su significado. El falo no es un objeto concreto de deseo, sino la marca de que al otro le falta algo, lo que lo convierte en un sujeto sometido a la castración simbólica. Este “velo” que cubre el deseo del otro implica que nunca se puede saber qué cosa podría colmar ese lugar vacío. El tipo de deseo al que se refiere el falo simbólico abarca desde metas, objetivos e ideales, hasta la atracción y la pasión corporal.

Dado que es una función significante, el falo no se puede nombrar ni representar; funciona como un elemento que se desliza bajo la cadena significante. Toca determinados significantes y los convierte en significantes del deseo, pero el falo en sí mismo no significa nada. Es el vacío, el significante de la falta, el motor inasible que impulsa el estudio, el trabajo, el enamoramiento: simplemente funciona sin que podamos nombrarlo directamente.

La Significación Fálica (Falo Imaginario): La Imagen del Deseo

En contraste con el significante fálico, la significación fálica se sitúa en el plano de lo imaginario, es decir, en todo aquello que podemos imaginar, idear, fantasear o representar pictóricamente. Cuando los elementos tocados por el significante del deseo se imaginarizan, sufren lo que Lacan denomina una “degradación”. Por ejemplo, cuando podemos verbalizar “yo lo que quiero es tal cosa”, “lo que me haría feliz es…”, o “cómo me encanta tal cosa”, estamos en el plano de la significación fálica, porque podemos imaginarlo, representarlo, alcanzarlo o tocarlo.

En la obra de Freud, las “ecuaciones simbólicas fálicas” ilustran esta dimensión imaginaria: la representación del pene puede ubicar el lugar del hijo, del dinero, de las joyas o de la vestimenta. Todos estos modos de representación de algo deseable e imaginable pertenecen al lado de la significación fálica, no del significante fálico. Mientras que el significante fálico es un movimiento inefable del deseo, la significación fálica es la forma en que ese deseo se concreta en imágenes y objetos que creemos poder nombrar y alcanzar.

Relación entre Falo Simbólico y Falo Imaginario

Lacan establece un dinámico vaivén entre estas dos dimensiones del falo:

  • El paso del Falo Simbólico al Falo Imaginario implica una degradación. Lo inasible del deseo se “vulgariza” al ser puesto en una imagen o en un objeto concreto. Es el momento en que se dice “ya no es eso…”, cuando la concreción no satisface la infinitud del deseo.
  • El paso del Falo Imaginario al Falo Simbólico es un proceso de elevación y anulación (Aufhebung, término hegeliano que Lacan retoma). Esta palabra significa anulación y elevación de la imagen a la calidad de significante. Cuando una imagen se “tacha” o se “anula” (simbólicamente, con una barra), se eleva a la cualificación del significante. Esta tachadura implica la pérdida de la dimensión imaginaria del falo, permitiendo que emerja su función simbólica como significante de la falta y del deseo inagotable.

En síntesis, el falo no es imaginario, ni un objeto (bueno, malo, interno), y mucho menos el órgano pene o clítoris. Es un significante cuya función, en la economía intrasubjetiva del análisis, levanta el velo sobre su papel en los misterios, siendo el significante destinado a designar el conjunto de los efectos del significado, condicionados por la presencia de los significantes mismos.

La Significancia del Falo: El Brillo del Deseo

La “significancia del falo” se refiere a cómo el falo va tocando cada elemento con un carácter de deseo, un “brillo fálico”. Estos elementos, en lo imaginario, producen un deseo, pero lo que lo produce es el significante fálico mismo, que es vacío, inasible, el significante de la falta y del deseo que se desliza metonímicamente sin poder ser atrapado o nombrado directamente.

El Falo como Verificador de lo Real (Según Lacan)

Uno de los enunciados más provocadores de Lacan es que el falo es “el único real que verifica cualquier cosa” y que “sólo él verifica ese real”. Esta aparente contradicción se resuelve al entender las múltiples funciones del falo en su teoría.

El Falo Hace Hablar

El goce infinito está interdicto para el ser hablante. La marca de este sacrificio, de principio simbólico, es el falo, incluso si la función sacrificada es imaginaria. El goce mortificado por el significante se reduce a ser encarnado por el significante-límite del falo, que así nombra el “desierto del goce”. El falo no denota ningún objeto; se articula solo con hechos de ausencia. Su única denotación como “sostén de la función del significante” es una significación. Hablamos bajo la condición del falo porque no podemos enfocar el objeto como tal. Por lo tanto, el falo permite cualquier significación, siendo un semblante “auto-referencial” que pone en función la verdad en la significación.

Verificar lo Real

¿Cómo puede el falo “verificar lo real” si no hay nada detrás de él como significante del goce absoluto interdicto, si lo real que ex-siste al sentido nunca se alcanza? Lacan sostiene que el falo verifica “qué hay de lo real”, es decir, la distinción y articulación entre lo simbólico (que gira en redondo) y lo real (lo que, en lo simbólico, tiene que ver con lo real). Sin el falo, lo simbólico y lo real se recubrirían sin articularse, como ocurre en la esquizofrenia, donde lo real “habla” al sujeto en la psicosis. La castración, en este sentido, es un asunto de lenguaje, una función simbólica que el falo encarna.

Función Fálica y Goce Sexual

La función fálica, en las fórmulas de la sexuación, sitúa al sujeto en relación con el goce sexual. El falo verifica para cada uno y para todos lo real del goce sexual, en tanto que dicho goce es el efecto de lo no inscribible de la relación sexual. A esta no-existencia de la relación sexual, el falo la causa y la oculta a la vez. El goce fálico es, por ello, un goce que parodia el goce efectivo, el que permanece extranjero al discurso – el goce que existiría si la relación sexual fuera inscribible.

El Falo, Residuo que No Habla

Desde otra perspectiva, el falo es dicho aquí real, pero como “lo real, sobre todo en tanto que se lo elide”. No es la ex-sistencia de lo real, sino el significante del goce Uno, imposible de negativizar. Es un “objeto privilegiado sobre el que uno no se engaña”. El falo no es sujeto y no habla; no está en la verdad mentirosa. Si no nos engañamos sobre el falo, es porque, entre los semblantes, es el único que, como lo real, sitúa en el orden de la limitación lo simbólico y lo imaginario. En un análisis, el falo se aísla como significante del goce más singular, sin relación al Otro, sin “común medida”. Cada uno pondrá en función lo sexual de manera diferente en su sinthome. Aquí, el falo es un semblante que ostenta ser real, “haciéndose tomar él-mismo por lo real”.

Falo y Pase

El falo, principio de la significación, ha verificado la distinción de lo simbólico y de lo real. Como agente de una función “para todos”, ha verificado la orientación de lo simbólico por lo real. Pero también verifica lo que, de lo real, no se rinde a lo simbólico, lo que reenvía al sujeto a lo indestructible de su goce. Es este residuo real el que finalmente verifica que ha habido análisis en el pase, sea cual sea el fin de este análisis. Si el falo ha sido pensado como una medida del goce, en esta nueva perspectiva señala lo que, en este goce, no consiente a la medida. Es el “pecado”, el sin que se reencuentra en el término sinthome. Es como funcionamiento en torno de este goce singular, cernido por la interpretación, y luego soltado, fluidificado por la incidencia real del síntoma, que se edifica el sinthome del fin de análisis.

Tabla Comparativa: Falo Simbólico vs. Falo Imaginario

CaracterísticaFalo Simbólico (Significante Fálico)Falo Imaginario (Significación Fálica)
NaturalezaSignificante del deseo, vacío, inasible.Dimensión representacional, imágenes, fantasías.
FunciónMotor del deseo, da razón del deseo.Objetos o imágenes que representan lo deseable.
Visibilidad/NombrabilidadNo se puede nombrar, se desliza metonímicamente.Puede ser imaginado, representado, nombrado ("quiero esto").
EfectoCausa el movimiento del deseo.Concreción del deseo, a menudo una "degradación" del mismo.
Relación con el órganoNo es el pene, sino una función abstracta.Puede representar el pene o equivalentes (hijo, dinero, joyas).

Preguntas Frecuentes sobre el Falo y la Metáfora Fálica

¿Es el falo el pene?
No. Aunque el falo comparte una etimología con el término griego para pene y su simbolismo inicial se relaciona con la virilidad, en el psicoanálisis de Jacques Lacan, el falo es un concepto puramente simbólico. No se refiere al órgano biológico, sino a una función significante central en la estructura del deseo y la subjetividad.
¿Por qué el falo es tan importante en las culturas antiguas?
En las culturas antiguas, el símbolo fálico representaba la fuerza vital, la fertilidad, la virilidad, el poder y la prosperidad. Se le atribuían propiedades apotropaicas (de protección contra el mal) y se le asociaba con la abundancia y la renovación. Monumentos, amuletos y rituales en diversas civilizaciones atestiguan su significado profundo.
¿Qué significa "castración" en el contexto lacaniano del falo?
En el psicoanálisis lacaniano, la castración no se refiere a la extirpación física de un órgano. Es una castración simbólica, la marca de una falta estructural inherente al sujeto. El falo, al ser el significante de la falta, implica que todo sujeto, independientemente de su sexo biológico, está "castrado" en el sentido de que hay algo que le falta y que el Otro no puede colmar por completo. Es la condición para que emerja el deseo.
¿Cómo se relaciona el falo con el deseo?
El falo es el "significante del deseo". En la teoría lacaniana, el deseo no es simplemente una necesidad o una demanda, sino una falta constitutiva que se articula a través del lenguaje. El falo es la insignia de esta falta, lo que marca que el Otro también carece, y es el motor que impulsa la búsqueda incesante de aquello que se cree que completaría al sujeto o al Otro.
¿Qué es el Kanamara Matsuri?
El Kanamara Matsuri es un festival anual sintoísta que se celebra en Kawasaki, Japón. Es conocido por sus procesiones con grandes falos portátiles, dulces y objetos con forma de pene. La celebración tiene sus raíces en la adoración a la fertilidad, la prosperidad en los negocios, la protección contra enfermedades de transmisión sexual y la armonía conyugal. Es un ejemplo vívido de la pervivencia del simbolismo fálico en la cultura contemporánea.

En definitiva, la metáfora fálica, lejos de ser un concepto unidimensional, se revela como un entramado de significados que abarca desde la reverencia ancestral por la fuerza generativa hasta la intrincada topología del deseo humano en el psicoanálisis. Comprender el falo en sus múltiples dimensiones es adentrarse en la profundidad de la cultura y la psique, un viaje que nos invita a reflexionar sobre lo que nos constituye, lo que deseamos y lo que, en última instancia, nos hace humanos. Su estudio nos enseña que los símbolos más antiguos a menudo encierran las verdades más complejas y persistentes sobre nuestra existencia.

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