07/07/2021
El lenguaje, esa herramienta fundamental que moldea nuestra percepción del mundo, tiene un poder inmenso. Las palabras no son solo sonidos o símbolos; llevan consigo historias, emociones y, a menudo, profundas implicaciones sociales. En el ámbito de la salud, y particularmente en el de las enfermedades mentales, la precisión lingüística es más que una cuestión de estilo; es una cuestión de empatía, comprensión y, en última instancia, de bienestar. Cuando una palabra que designa una condición médica grave es utilizada de manera metafórica sin conexión con su significado real, puede generar una confusión peligrosa, perpetuar estigmas y dificultar la ayuda a quienes realmente la necesitan. Este es precisamente el caso de la palabra “esquizofrenia”.

Observamos con frecuencia cómo ciertos términos médicos se desprenden de su contexto clínico para infiltrarse en el lenguaje cotidiano, a menudo a través de la metáfora. Ideas peligrosas se transforman en “cánceres sociales”, ciudades se vuelven “marchitas”, y aumentos salariales se consideran “miserables”. Este camino metafórico es común y, en muchos casos, inofensivo. Sin embargo, con el término “esquizofrenia”, la metáfora ha tomado un desvío problemático, arraigándose en una definición popular que dista enormemente de la realidad de la enfermedad: tener “cualidades o actitudes contradictorias o antagónicas”. Así, un mercado de valores puede ser “esquizofrénico” por su volatilidad, un político por romper con las líneas de su partido, o el clima por ser inclemente. La cuestión es que esta metáfora no tiene absolutamente nada que ver con los síntomas reales de la esquizofrenia. Si acaso, se asemeja más al trastorno de personalidad múltiple, una condición que, además de ser rara, no es esquizofrenia.
El Verdadero Rostro de la Esquizofrenia: Más Allá del Mito
Para entender el daño que causa la metáfora, primero debemos comprender qué es realmente la esquizofrenia. Lejos de ser una “personalidad dividida” o una lucha interna entre múltiples “yoes”, la esquizofrenia es un trastorno cerebral crónico y grave que afecta la forma en que una persona piensa, siente y se comporta. Las personas con esquizofrenia pueden parecer como si hubieran perdido el contacto con la realidad, lo que puede ser muy angustiante para ellas y sus seres queridos. No es una enfermedad que se caracterice por cambios rápidos e inesperados de un estado extremo a otro, ni por una disonancia fugaz o una lucha por el control al estilo de Jekyll y Hyde.
Los síntomas de la esquizofrenia se dividen generalmente en categorías positivas, negativas y cognitivas:
- Síntomas Positivos: Estos son los síntomas psicóticos que no se observan en personas sanas. Incluyen:
- Alucinaciones: Ver, oír, oler, saborear o sentir cosas que no están ahí. Las alucinaciones auditivas (oír voces) son las más comunes. Es crucial entender que una persona que experimenta alucinaciones se ha separado de la realidad y requiere evaluación médica inmediata. Muchas afecciones físicas y psiquiátricas pueden causar alucinaciones y convertirse rápidamente en emergencias. Si alguien siente olores que no están presentes, por ejemplo, esto también requiere una evaluación, ya que podría ser un síntoma de afecciones como la epilepsia o la enfermedad de Parkinson. La persona nunca debe ser dejada sola; se debe contactar a un proveedor de atención médica, acudir a urgencias o llamar a un número de emergencia.
- Delirios: Creencias falsas y fijas que no se basan en la realidad. Por ejemplo, la creencia de que uno está siendo perseguido, que tiene poderes especiales, o que los mensajes de la televisión están dirigidos directamente a ellos.
- Trastornos del Pensamiento: Dificultad para organizar los pensamientos y el habla, lo que puede resultar en un discurso incoherente o difícil de seguir.
- Movimientos Anormales: Pueden incluir movimientos repetitivos, catatonia o agitación.
- Síntomas Negativos: Estos son la ausencia o disminución de habilidades o características normales. Incluyen:
- Alogia: Reducción de la fluidez o cantidad del habla.
- Afecto Aplanado: Reducción de la expresión de emociones a través de la expresión facial o el tono de voz.
- Anhedonia: Disminución de la capacidad para experimentar placer.
- Asocialidad: Disminución del interés en las interacciones sociales.
- Avolición: Disminución en la motivación para iniciar y persistir en actividades dirigidas a un objetivo.
- Síntomas Cognitivos: Problemas con la memoria, la atención y la toma de decisiones.
La esquizofrenia es una condición compleja, a menudo con un inicio gradual, no un interruptor repentino entre estados opuestos. Es fundamental desvincularla de la idea de "múltiples personalidades", que no solo es incorrecta sino que además trivializa la seriedad de la enfermedad y la experiencia de quienes la padecen.
La Peligrosa Confusión: Estigma y Violencia
Como un simple error de nombre casual, el uso indebido de “esquizofrenia” podría ser de poco interés. Pero las metáforas invitan a sus extensiones lógicas, y estas implicaciones pueden influir en el pensamiento de manera sutil pero profunda. En este caso, tales implicaciones –como “podría estallar en cualquier momento”– distorsionan la discusión actual sobre el papel de la enfermedad mental en la violencia. Un informe de 2003 de una comisión presidencial sobre salud mental reveló una estadística alarmante: un 61 por ciento de los estadounidenses creen que las personas con esquizofrenia son propensas a ser peligrosas para los demás. El informe continúa: “Sin embargo, en realidad, estos individuos rara vez son violentos. Si lo son, la violencia suele estar ligada al abuso de sustancias”.
¿Por qué existe esta disparidad entre la percepción y la creencia? No podemos saber cuántos de ese 61 por ciento están influenciados por estas implicaciones metafóricas, pero casi dos tercios de los encuestados también pensaban que la esquizofrenia tenía que ver con “personalidades divididas o múltiples”. El hecho de que la definición metafórica de “esquizofrénico” implique un comportamiento extremo e impredecible, y que esto probablemente se confunda con violencia, fomenta la incomprensión de una enfermedad ya profundamente estigmatizada. El uso continuado de la esquizofrenia como metáfora de múltiples personalidades es un fracaso lingüístico y periodístico con consecuencias reales para los pacientes y sus familias.
Lecciones del Pasado: El Lenguaje y la Enfermedad
La historia nos muestra que el lenguaje cambia la forma en que los afectados por enfermedades persistentes se ven a sí mismos y, lo que es importante, cómo son tratados por los demás. Antes de los antibióticos, ser tuberculoso significaba resignarse débilmente al propio destino; una relación tan fuerte que Franz Kafka culpó de su tuberculosis a su propia “bancarrota moral”. Susan Sontag, en su influyente obra de 1978, La enfermedad como metáfora, se opuso firmemente a la entonces omnipresente idea de que uno podía tener una “personalidad cancerosa”, una especie de debilidad de espíritu que se pensaba que tanto abría la puerta al cáncer como le permitía proliferar.
Por supuesto, las bacterias que causan la tuberculosis no tienen nada que ver con la bancarrota moral, ni las mutaciones genéticas que causan el cáncer tienen algo que ver con la debilidad personal. Y sea lo que sea lo que contribuye a la esquizofrenia –una predisposición genética, problemas de desarrollo prenatal o factores de riesgo aún no descubiertos–, no tiene nada que ver con múltiples personalidades. Sin embargo, la esquizofrenia hoy, como la tuberculosis y el cáncer antes, se habla como una enfermedad de constitución (uno no tiene “una esquizofrenia” como se tiene una fiebre o un tumor, sino que “es esquizofrénico”). Esto no es una cualidad de la enfermedad, sino un reflejo de nuestra falta de comprensión científica de lo que la causa y lo que la cura.
Tabla Comparativa: Metáfora vs. Realidad Clínica
| Aspecto | Metáfora Común de "Esquizofrénico" | Realidad Clínica de la Esquizofrenia |
|---|---|---|
| Definición Popular | Contradictorio, volátil, con personalidad dividida o múltiple. | Trastorno cerebral crónico que afecta el pensamiento, las emociones y el comportamiento. |
| Síntomas Clave | Cambios rápidos de personalidad, Jekyll-and-Hyde. | Alucinaciones (auditivas, visuales, etc.), delirios, pensamiento desorganizado, afecto aplanado, aislamiento social, falta de motivación. |
| Naturaleza de la Condición | Un estado mental caótico e impredecible, una “división” de la mente. | Una alteración neurobiológica que impacta la percepción y el procesamiento de la información, no una división de la personalidad. |
| Asociación con Violencia | Frecuentemente asociada con un alto riesgo de violencia y peligrosidad. | Raramente violenta; la violencia, si ocurre, suele estar ligada a abuso de sustancias, no a la enfermedad en sí. |
| Impacto en el Estigma | Incrementa el miedo, la discriminación y la incomprensión hacia las personas afectadas. | El estigma basado en la desinformación dificulta el diagnóstico, el tratamiento y la integración social de los pacientes. |
Un Cambio Necesario: Rompiendo el Ciclo del Estigma
El estigma en torno a la esquizofrenia alcanzó un punto de inflexión en Japón no hace mucho tiempo, cuando una encuesta a médicos encontró que el 37 por ciento no informaba a los pacientes de su diagnóstico. La razón más común dada por los médicos fue la “impresión negativa del término esquizofrenia”. El estigma era tan grande, la metáfora tan arraigada, que en 2002 la principal sociedad japonesa de psiquiatras acordó cambiar el nombre de seishi buntetsu byo (“enfermedad de la mente dividida”) a togo shiccho sho (“trastorno de integración”).

Un equivalente es poco probable que ocurra en los Estados Unidos con la esquizofrenia (schizo- “dividir”; phren- “mente”). El DSM-5 –la nueva revisión de la “biblia” psiquiátrica– salió con cambios menores en los subtipos de esquizofrenia pero sin cambio en el término en sí. Cada versión suele durar unos 15 años, por lo que podemos esperar que la “enfermedad de la mente dividida” siga existiendo al menos durante ese tiempo. Si los médicos no cambian sus costumbres, ¿quién lo hará? Según un estudio de 2003, los periódicos estadounidenses usan “esquizofrénico” metafóricamente el 28 por ciento de las veces que publican la palabra. Por mi cuenta, el New York Times usó la versión metafórica el 38 por ciento de las veces en 2012. Incluso la revista científica Nature llamó a los electrones “esquizofrénicos” en una pieza de noticias.
La solución, entonces, recae en nosotros. La definición secundaria y metafórica de “esquizofrénico” ya no debería usarse en los medios impresos y en línea. Pero las guías de estilo de los medios tienden a reflejar las actitudes lingüísticas en lugar de impulsarlas. Así que, si los médicos no cambian y los medios no cambian, queda que nosotros, como individuos y como sociedad, debemos cambiar. Debemos recordar amablemente a las personas que si el Congreso actuara “esquizofrénico”, tendría emociones aplanadas, aislamiento social, y sería propenso a delirios, alucinaciones, paranoia y pensamiento desordenado ocasional. Si esto parece prescriptivo (que lo es), el precedente ya está establecido: las palabras despectivas y estigmatizantes se eliminan comúnmente tanto del vocabulario de los medios como de la conversación educada. En este caso, el daño es claro y la solución es simple: educación y precisión lingüística.
Preguntas Frecuentes sobre la Esquizofrenia y su Lenguaje
P: ¿La esquizofrenia es lo mismo que el trastorno de personalidad múltiple?
R: No, rotundamente no. Esta es la confusión más común y dañina. La esquizofrenia no implica personalidades divididas o múltiples. Es un trastorno del cerebro que afecta el pensamiento, las emociones y el comportamiento, mientras que el trastorno de identidad disociativo (anteriormente conocido como trastorno de personalidad múltiple) es una condición rara donde una persona tiene dos o más identidades o estados de personalidad distintos.
P: ¿Las personas con esquizofrenia son violentas?
R: La vasta mayoría de las personas con esquizofrenia no son violentas. El riesgo de violencia en personas con esquizofrenia es bajo y, cuando ocurre, suele estar asociado con el abuso de sustancias o con la falta de tratamiento, no con la enfermedad en sí. El estigma de la violencia es una de las mayores barreras para que las personas busquen ayuda y sean aceptadas en la sociedad.
P: ¿Cómo puedo ayudar a reducir el estigma?
R: La forma más efectiva es educarse sobre la enfermedad y utilizar un lenguaje preciso. Evite el uso de la palabra “esquizofrénico” como metáfora para describir algo contradictorio o inestable. Comparta información precisa sobre la esquizofrenia y desafíe los mitos cuando los escuche. Trate a las personas con esquizofrenia con respeto y empatía, reconociendo que son individuos que viven con una condición médica, no su condición.
P: ¿La esquizofrenia es una enfermedad incurable?
R: La esquizofrenia es una enfermedad crónica, lo que significa que a menudo requiere un manejo a largo plazo. Sin embargo, no es “incurable” en el sentido de que no haya esperanza. Con el tratamiento adecuado (que puede incluir medicamentos, terapia y apoyo social), muchas personas con esquizofrenia pueden llevar vidas plenas y productivas, manejar sus síntomas y participar activamente en sus comunidades. La detección temprana y el tratamiento continuo son claves para un mejor pronóstico.
P: ¿Las alucinaciones son siempre un signo de esquizofrenia?
R: No. Aunque las alucinaciones son un síntoma común de la esquizofrenia, también pueden ser causadas por otras condiciones médicas o neurológicas, como tumores cerebrales, epilepsia, enfermedad de Parkinson, migrañas, privación del sueño, uso de ciertas sustancias o incluso fiebres altas. Cualquier persona que experimente alucinaciones debe ser evaluada por un profesional de la salud de inmediato para determinar la causa subyacente.
En última instancia, el camino hacia una sociedad más comprensiva y solidaria comienza con el lenguaje que elegimos usar. Al desterrar las metáforas imprecisas y estigmatizantes, y al abrazar la verdad sobre la esquizofrenia, no solo honramos la complejidad de esta condición, sino que también allanamos el camino para que aquellos que viven con ella reciban la comprensión, el apoyo y el tratamiento que merecen. Es hora de que nuestras palabras reflejen la realidad y no la ficción.
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